Judaísmo de Jesús

¿Cuál es su religión? ¿En qué cree? Estas preguntas y otras similares tenemos que responderlas muchas veces a lo largo del día. Cuanto más nos relacionamos con los que nos rodean, más claros tenemos que ser en nuestra posición. Estamos en un tiempo de la historia, donde reina la confusión religiosa. En el cristianismo las divisiones y las subdivisiones son interminables y en constante aumento, aun en la actualidad. Los Católicos por un lado y los Protestantes por otro, copan el “limitado aforo” de los que pueden entrar en sus filas, ya que cada vez convergen más dentro del denostado ecumenismo. Las diferencias doctrinales son fruto de interpretaciones sacadas a su vez de otras interpretaciones, que poco o nada tienen que ver con la Escritura. Una confusión religiosa que está sembrando de cadáveres espirituales, muchos lugares denominados iglesias. Los Evangélicos y sus interminables movimientos cada vez más espectaculares y cada vez más alejados de la verdad, están produciendo la mayor estampida de religiosidad de su historia. Lejos de “alcanzar almas” las están lanzando donde nadie puede alcanzarlas. Los atracos espirituales a “biblia armada” están saqueando los bolsillos y la poca fe que les quedaban a algunos. Entre programas, eventos, conciertos, convenciones, células, giras, viajes, campañas y cultos, están desgastando las fuerzas y el tiempo que se deben dedicar a Dios, al estudio y lectura de la Escritura, a la oración cotidiana y a la instrucción de los hijos. Atrás ha quedado el buscar primeramente el Reino de Dios y sus Demandas, sustituyéndolas por doctrinas de hombres, que enfatizan la prosperidad, por encima de la santidad. En medio de este panorama donde la asimilación con las costumbres del mundo, está haciendo verdaderos estragos, tenemos que saber lo que somos, lo que creemos y a quién seguimos. Primero tenemos que saber lo que no somos, para dejar claro a donde vamos. No somos cristianos nominales, sean de uno u otro bando o banda. Creemos en el Judaísmo de Jesús, definiendo como tal las enseñanzas contenidas y explicadas por Jesús el Mesías, siendo estás extraídas de la Escritura. Dado que Jesús, Yeshua en hebreo, no apostató del Judaísmo, sino que vino a cumplir, guardar y hacer guardar la Ley de Dios, nosotros nos situamos dentro del Judaísmo, que Él enseñó y practicó. Somos por tanto sus Discípulos. Cuando le pregunten que cree o en quién ¿Sabrá lo que tiene que responder?.
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Descontextualización de la Figura del Jesús Judío de la Escritura
No cabe duda que el cristianismo como conjunto religioso, ha logrado descontextualizar la figura, la obra y el mensaje del Mesías. Le ha vestido de cultura griega y romana y le ha cristianizado, separándole de la Cultura del Reino. Después de más de dos mil años, la gran tragedia en el debilitado cristianismo, sigue siendo el haber desgajado a Jesús de su identidad judía. Jesús nació como judío, vivió como judío y murió y resucitó como judío. Todo el mensaje, las enseñanzas y las profundas interpretaciones de la Escritura, salieron de las fuentes judías, tanto de la Torá, como de la enseñanza del Talmud, propios de su contexto y del bagaje espiritual que representaba las enseñanzas rabínicas. Todo cuando enseñó el Mesías, forma parte del contexto, cultural y religioso del Judaísmo, entendido como las enseñanzas reveladas en la Escritura, que aportó durante los siglos anteriores a la venida prometida de Jesús, en su calidad de Mesías de Israel. Se nos ha trasmitido una imagen distorsionada de Jesús, que durante siglos ha ido perdiendo nitidez, desapareciendo cada vez más, si no totalmente. Iremos tratando de contextualizar la figura, la obra y el mensaje del Mesías, aportando los datos históricos, biográficos y evidentemente bíblicos, de su Judaísmo. Queremos devolver la honra a quien la tiene, tal como nos manda la Escritura, en el contexto del Judaísmo de Jesús. Reconocemos que las enseñanzas de Jesús son herencia del Judaísmo, el que El mismo representa como Mesías Prometido. Queremos devolver al Pueblo de Israel la honra de aquel judío, por el cual hoy tenemos vida eterna y la posibilidad de ser Ciudadanos del Israel de Dios. Por medio de la fe en Mesías, hemos sido hechos linaje de Abraham, y por tanto herederos de las promesas, las bendiciones y las responsabilidades, que Dios ha dado a su Pueblo Israel. El Proceso de Conversión, por el cual somos instruidos, nos enseña a discernir la identidad espiritual, las raíces de nuestra fe y el Judaísmo de Jesús. Dios creó una nación, que debía servir de modelo a las demás naciones. Les dio Leyes, Mandamientos, Preceptos y Enseñanzas Prácticas, que le distinguirían del resto de los pueblos. Les prometió que les enviaría a su Hijo el Mesías, para mostrar al pueblo de Israel primero y a los gentiles después, el Camino de la Salvación.
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Jesús y Pesaj
Cuando el Mesías celebró Pesaj, estaba siguiendo las instrucciones de las Escrituras al respecto, de ninguna manera "instituyendo algo nuevo" en la Festividad. Recuerde que Yeshua era un Maestro de la Ley de Dios y que El mismo nos enseñó que no vino para abrogar o quitar la Ley sino para cumplirla. El Mesías nunca dejó de conmemorar todos los acontecimientos que formaban parte del Pueblo Elegido del cual, evidentemente forma parte. El Mesías no tenía intención de instituir algo diferente o nuevo en Pesaj, sino que en ese contexto recordó los hechos maravillosos del Todopoderoso. El hizo lo que todo buen judío haría para recordar y obedecer lo que Dios había determinado que guardáramos, en el denominado Ciclo Anual de Festividades Bíblicas. Cuando Lucas relata los hechos históricos ocurridos durante la celebración de Pesaj, se puede ver, siempre que se conozca el desarrollo de la Festividad, como Yeshua levantó varias veces la copa conforme al "Seder de Pesaj" y en ese contexto es donde dijo que esa copa (después de la cena) representaba o simbolizaba "su sangre como señal del Pacto". Aquí se estaba Cumpliendo proféticamente lo ya descrito en la historia bíblica de Pesaj. Las Festividades Bíblicas tienen un contexto histórico, un cumplimiento profético y un aspecto escatológico que señala al futuro del Reino de Dios. Cuando consideramos lo que esto significa, comprenderemos lo que el Señor nos está enseñando y lo que espera que guardemos como parte de nuestra nueva vida en su Reino de Justicia.