Celebrando Shabat, con alegría

Si Dios le manda santificar el Día de Reposo, santificar las Festividades y santificar su vida, obedezca por su propio bien y el de su familia, la obediencia siempre trae bendición. Aprenda a parar cada seis días de trabajo y celebre el Día de Reposo en honor a su Creador y Salvador y su cuerpo, alma y espíritu serán ampliamente beneficiados. Deje descansar la tierra cada seis años y le producirá más y de mejor calidad, además de demostrar en la práctica que confía en Dios, que depende de El. La celebración semanal de Shabat, es la primera de las Santas Convocatorias que Dios ha enseñado a guardar al hombre desde que le creó a su imagen. Los Sabios en las Escrituras del Pueblo de Israel concibieron el Shabat como un oasis en medio de un gran desierto, que nos acoge entre su fresca vegetación, renovando nuestro maltrecho cuerpo. Guardar y recordar el Shabat, forma parte de un estilo de vida propio de la Cultura del Reino. Las Festividades en las Escrituras son de carácter semanal, mensual y anual, siendo esto definido como el Ciclo Anual de Festividades Bíblicas. Como en otras Festividades Shabat nos enseña a “contar los días” lo cual significa, estar atentos a cuando debemos de descansar y cuando debemos empezar a trabajar. Significa anhelar cada Festividad del Reino de Dios y prepararla con alegría y santidad. “Contar los días” significa hacer preparativos para que nada nos sea un obstáculo para celebrar las Festividades establecidas por el Altísimo. Siembre obediencia y coseche bendición, que es una de las premisas del Reino. Cuente los días que quedan para volver al oasis de Shabat, preparándose a diario para entrar en el Reposo de Dios.
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Yeshua y el Shabat
El Mesías tenía la santa costumbre de guardar el Día de Reposo en la Sinagoga con sus Discípulos. Guardar el Shabat es parte inseparable de la Cultura del Reino. Servir en Labranza de Dios es un compromiso que exige fidelidad a cada reunión, para honrar al Señor y manifestar la Cultura del Reino en nuestras vidas. Estamos aprendiendo un nuevo estilo práctico de vida, que precisa hacer cambios sinceros. El Mesías nunca faltó a su Santa Convocatoria en el Shabat o Día de Reposo y nunca llegó tarde. ¿No es una contradicción que algunos que se definen como sus Discípulos, tengan la costumbre de faltar cuando lo desean y llegar tarde reiteradamente? ¿Podríamos decir que somos Discípulos del Señor y no hacer lo que El nos manda? Las Escrituras nos enseñan que: Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado (Shabat) entró en la Sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer (Lucas 4.16). La primera Festividad que enseñó Dios a guardar al hombre, fue Shabat (Sábado en castellano). Un verdadero Discípulo del Mesías, guarda el Shabat con todo lo que implica. Aprendemos del Señor que iba a la Sinagoga, hacía las lecturas bíblicas del día y enseñaba.
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En nuestra Bet HaKeneset
Nosotros como Discípulos, dedicamos el Sábado a descansar en el Señor. Desde el viernes en la noche guardamos el Shabat, celebrando "La Bienvenida del Shabat", que en hebreo se dice “Kavalat Shabat”. Cenamos partiendo el pan tal como lo encontramos en el Libro de Hechos y con esa alegría y sencillez empezamos el Día de Reposo. Por la mañana del Sábado vamos a la Congregación y estudiamos las Escrituras. Hacemos las lecturas de la mañana y volvemos a comer juntos. Por la tarde hacemos la separación del Shabat, del día siguiente. De esta manera hemos dedicado 24 horas al Señor; a las Escrituras y a estar juntos en armonía. Es un tiempo muy especial para que la familia esté en el hogar, en la presencia de Dios. Padres, hijos, abuelos y resto de la Familia de Fe, unidos en un mismo espíritu para celebrar Shabat. La Cultura del Reino se manifiesta en lo que decimos creer y en lo que hacemos. Guardar el Shabat es santificar nuestra vida a Dios de una forma bíblica, tal como lo viene haciendo el Pueblo de Dios, de generación en generación. Partir el pan en las casas es una parte de Shabat y de cada comida santificándola con gratitud al Señor. En la práctica nuestro Shabat, continua desde el viernes al atardecer, hasta el primer día de la semana, el Domingo donde en Santa Convocatoria estamos juntos en armonía, alabando el Nombre del Señor.

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