Tormentas Marítimas: El lastre que nos ahoga

¿Qué haces cuando se hunde el barco? Muchas veces hemos hablado de empezar de nuevo, en situaciones de crisis especialmente cuando la tormenta espiritual arrecia. Queremos darnos una nueva oportunidad y hablamos de empezar de cero. ¿Pero realmente se puede empezar de cero? ¿Tan difícil es volver al punto de partida?

En la Biblia se habla mucho de tormentas que por lo general vienen por desobediencia como la que se produjo estando Jonás en la barca. "Pero Dios hizo soplar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave" Jonás 1.4 ¿Cuántas veces no hemos pensado en medio de una tormenta que se va a partir en dos la nave? ¿Qué todo se va a acabar? "Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios. Luego echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Mientras tanto, Jonás había bajado al interior de la nave y se había echado a dormir"Jonás 1.5.

Muchas veces nuestra actitud nos convierte en lastre para los demás. Unos trabajando para descargar la nave y otros sin hacer su parte, ese es un lastre muy común en muchas barcas. El lastre de los que no ayudan es muy pesado y peligroso. Lo que hacemos o lo que no hacemos afecta a los demás dramáticamente, lo cual nos convierte en lastre, juntamente con la carga.

Otra famosa tormenta es la que experimentaron los discípulos del Mesías en el Mar de Galilea, que les llevó a pensar que perecerían. ¿Será esta la última tormenta? ¿Acabará todo para mí? Son preguntas muy comunes especialmente cuando estamos deprimidos y desanimados. "Y se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía" Mateo 8.24. El temor en medio de las tormentas es normal pero no la histeria que nos hace pensar que algo muy malo va a pasar o incluso que podríamos morir. "Se acercaron sus discípulos y lo despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?" Mateo 8.25–26.

¿Por qué teméis, hombres de poca fe? ¿No estoy yo aquí? El lastre que tenían que sacar de la barca era su falta de fe, que les impedía llegar a buen puerto. Al igual que Jonás, Pedro salió de la barca porque realmente era el mayor lastre que tenía, su falta de confianza en el Capitán. Si vas a soltar lastre empieza por deshacerte de la falta de confianza en quienes te conducen y dirigen a buen puerto.

Analicemos la tormenta que sufrió Pablo que sigue el mismo patrón de todo naufragio. Con la tormenta tenían que quitar lastre todo aquello que les llevaba a hundirse más. ¿Qué está lastrando mi vida en este momento? “Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a deshacerse de la carga” Hechos 27.18.

¿De qué carga tenemos que deshacernos? ¿Desobediencia, falta de confianza o fe? Sin duda que si somos honestos encontraremos muchas cargas que lastran nuestra vida. Todas las tormentas tienen por una o varias causas, en esta de nuevo la desobediencia a aceptar el consejo de Pablo, les llevó al desastre. No quisieron escuchar los consejos de Pablo de no partir del puerto seguro de Creta, lo que llevó a perder todo lo que tenían en la barca e incluso podrían haber perdido sus propias vidas.

Desobediencia en Jonás, la falta de fe en Pedro y falta de escuchar el sabio consejo de Pablo, sin duda nos llevarán a naufragar tarde temprano en nuestra vida espiritual.

Muchos desobedecen, no tienen fe y desoyen todo buen consejo que se les da y encima piensan que ellos solos pueden llegar a buen puerto. Terrible tormenta se avecinaría a nuestras vidas si nos pensamos que somos capaces de alcanzar madurez y crecimiento espiritual sin necesidad de vivir embarcado en un proyecto común y comunitario. Insistimos naufragarán tarde o temprano cuando lleguen las inevitables tormentas de la vida, con resultados trágicos que nadie desea. “Manteniendo la fe y buena conciencia. Por desecharla, algunos naufragaron en cuanto a la fe” 1ª Timoteo 1.19. 

La fe y la buena conciencia son los salvavidas a los que nos tenemos que asir en medio de toda tormenta. Incluso cuando el mar de la vida está calmado son necesarios tener a mano tan vitales salvavidas, fe y buena conciencia en relación a los demás y en especial a quienes llevan el timón.

Las tormentas o nos cambian para bien o nos hacen naufragar, no hay término medio. Nos podrían afectar tanto como para hacernos “naufragar” en cuanto a la fe, que como ya sabemos se traduce en perdición, que puede llegar a ser eterna. El Señor no lo permita.

Tenga esto muy presente no se puede volver a empezar cuando se naufraga. Una vez naufragados es tarde para volver a empezar y menos desde cero. Tenemos que ser previsores y cuando veamos que la barca se inclina por el lastre empezar a deshacernos del mismo. Tenemos que reconocer los errores cometidos pidiendo perdón por ser desobedientes, desleales, descarados y restituir el daño hecho en todo caso. Hay muchos que han naufragado en cuanto a la fe pero lo peor que han hecho es hacer naufragar también a otros, incluso a su propia familia. El Cielo se lo demande.

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