El Ciclo de la Vida



El Cielo ha determinado que la vida tenga un carácter cíclico. No podemos llegar antes, ni después, a donde el Cielo ha determinado. El Ciclo de la Vida nos exige llegar, a donde tengamos que llegar, sin podernos adelantar ni retrasar. La serenidad debe prevalecer sobre la inseguridad, aunque ciertamente, no por eso evitaremos los momentos difíciles y duros que conlleva la vida en sí misma.

En el viaje de la vida el principio y el final están determinados por el Cielo. No sabemos cuándo vamos a nacer y evidentemente no sabemos cuándo vamos a morir. En este espacio de tiempo, entre que nacemos y morimos, se desarrolla el llamado Ciclo de la Vida. No podemos adelantar, ni retrasar, el Ciclo de la Vida, pero tenemos que completarlo con buena nota. Todos nosotros tendremos que pasar por el mencionado Ciclo, para llegar a ser lo que se espera de nosotros.


En la vida académica nos formamos por ciclos escolares, que vamos superando año tras año. En la práctica es un ciclo repetitivo al cuál se la va añadiendo un mayor conocimiento y experiencia absolutamente necesarios para cada uno de nosotros. En el Ciclo de la Vida, año tras año, vamos adquiriendo un mayor conocimiento y una mayor experiencia en todos los aspectos de la existencia. Aprendemos, crecemos, probamos, tenemos éxito o fracasamos, pero siempre nos sirven de una inigualable experiencia para vivir. El llamado destino es un concepto abstracto, determinado por el Cielo, para que alcancemos el éxito más transcendente al que podemos aspirar llamado Salvación.

La Salvación es un proceso de aprendizaje, entiéndase como Ciclo de la Vida, que nos permite alcanzar el gran objetivo de la Vida Eterna. No llegamos al Cielo por casualidad sino por la determinante causa de la Voluntad de Dios. El objetivo del Cielo es que nos completemos en un Ciclo de Vida anual, en el cuál aprendemos a vivir temporalmente hasta que lleguemos a vivir eternamente. La naturaleza nos enseña que hay un ciclo anual de cambios que se repite en el calendario, que el Cielo ha determinado. 

Todo en la vida es cíclico, aunque en nuestra limitada comprensión humana lo entendamos como lineal. El tiempo es cíclico. Una maravillosa repetición que nos hace sentir, que estamos creciendo, desarrollándonos y alcanzando las metas y los objetivos a los cuales estamos llamados.



El ser humano más rápido no llegará antes al final de la carrera de la vida, ni el más lento podrá retrasar su llegada. El Cielo decide cuando empezamos y acabamos en un ciclo continuo y repetitivo hasta llegar a respondernos las preguntas más transcendentes que todos nos hacemos. La respuesta, a las grandes preguntas de la vida, no están en el viento sino en el Cielo. No podemos confundir el aire con las nubes. No podemos confundir la Voluntad de Dios con la casualidad. El viento sopla para donde quiere, claro, para donde quiere el Cielo. Nada es casualidad. Principio y final están en el mismo punto, aunque nosotros no nos demos cuenta.

Empezamos un nuevo Ciclo de la Vida que está estructurado, diseñado y marcado en el Calendario del Cielo como Rosh Hashaná. Una nueva oportunidad de crecer, madurar y alcanzar lo que en el anterior Ciclo no alcanzamos. No desaprovechemos a oportunidad, que el Cielo nos da en este nuevo año del Ciclo de la Vida. 

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