La canción de los necios


Por lo general somos reacios, muy reacios, a que nos corrijan. No nos gusta que nos reprendan, ni que nos digan lo que hacemos mal. Nos ponemos a la defensiva e incluso rechazamos frontalmente que alguien nos reprenda, aunque lo haga con la mejor de las intenciones. Preferimos los “cánticos de sirenas” que adormecen nuestros oídos espirituales, aunque nos lleven a naufragar en el mar de la desobediencia. 

Las palabras agradablemente elaboradas, que nos cantan al oído, suelen ocultar la realidad de lo que somos. Todo parece indicar que preferimos que nos digan aquello que deseamos oír sin que nos enfrenten, a nuestra dañina realidad. Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios, Ecl. 7.5. La canción de los necios es suave a los oídos, pero nos lleva a la perdición.

En la vida encontraremos muchos, muchísimos, que con un lenguaje falsamente espiritual tratarán de llevarnos, a los ocultos propósitos de su propio beneficio. Nos manipularán con suaves cánticos, para enorgullecerse ante los demás de su capacidad de convicción. Orgullosos, nada más que orgullosos, con falsa apariencia de buena gente, que en realidad no se preocupan por nosotros.

Pablo los definió con toda claridad cuando se enfrentó a sus ocultas intenciones con estas palabras “Se interesan por vosotros, pero no para vuestro bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros os intereséis por ellos” Gál.4.17. Muchos que dicen interesarse por nosotros solo pretenden, que nosotros nos interesemos por ellos y apartarnos de nuestros verdaderos Maestros y Pastores. 

El objetivo de muchos “salmistas del error” es dividir las congregaciones con los ya nombrados “cánticos de sirena” de suavizados y acaramelados mensajes ¿Crecería sano un niño comiendo solamente golosinas y caramelos? No crecería, caería enfermo y llegaría a morir irremediablemente. Si escuchas los suaves cánticos de necios acabarás sordo, a las reprensiones que verdaderamente salvan “El hijo sabio recibe el consejo del padre, pero el insolente no escucha las reprensiones” Prov. 13.1. Escucha a tus Padres Espirituales y no seas insolente, para tu propio mal y el de tu casa.

La vida de Pablo fue muy dura enfrentándose a muchos, que se rebelaron contra sus consejos y enseñanzas. Aquellos que no les gustaban sus cánticos de reprensión, como este por ejemplo “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo por deciros la verdad?” Gál. 4.16. El riesgo de decir la verdad, de aquello que está mal, es que nos lleguen a odiar. El riesgo es que nos llegen a ver como enemigos en vez de entender, que somos sinceramente amigos. El trabajo de Pastor o Maestro de la Escritura tiene muchos riesgos espirituales, emocionales y hasta de carácter físico, que hay que estar dispuesto a correr, aunque siempre bajo la cobertura protectora y justa del Señor.

¿Estarás escuchando las suavizadas canciones de los necios, que te halagan los oídos? Puede ser que estés escuchamos “las canciones” de aquellos, que no han luchado por tu vida y que no estés escuchando a tus Pastores y Maestros, aquellos que si han dado su vida por ti y tu casa. Un oído espiritual desafinado es muy peligroso y nos conducirá irremediablemente al engaño.

Lamentablemente hemos visto, en muchas ocasiones y durante muchos años, como los cánticos de los necios han embobecido a muchos y los ha llevado al camino espacioso de la perdición. Os dejamos con este canto de sabios, escúchalo atentamente, suena así “Porque el Mandamiento es lámpara, la Enseñanza es luz, y Camino de Vida son las reprensiones que te instruyen” Prov. 6.23 ¿Cómo te suena? Un sincero abrazo para todos aquellos que tienen el oído afinado y habituado a la buena música del alma, aquella que suena en las páginas de la Escritura. Notas de melodiosa reprensión, que nos dan vida abundante y eterna. No rechaces la reprensión más bien escúchala y ámala ¿Qué música le pongo, para que lo entiendas?

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