La Sobreabundante Bendición


La semana anterior hablamos de la Influencia Emocional del Dinero. Una influencia que arrastra a muchos al campo de la desesperación, depresión y la falta de buenas acciones. El dinero, en sí mismo, no es malo ni bueno. El dinero es un objeto de intercambio al que se le ha dado un determinado valor. Una moneda o un billete valen más o menos dependiendo del valor que se le ha asignado.

En el tiempo cuando el oro o la plata se intercambiaba por bienes y servicios el valor lo determinaba su peso y pureza. En las monedas actuales su valor le viene asignado de fábrica. El dinero vale lo que lo que tiene impreso o grabado, sin relación con su peso o valor real. A pesar de las diferencias con el actual papel moneda podemos adquirir los mismos bienes y servicios, como si fueren sólidas monedas o lingotes de oro o plata. La grandísima diferencia es que el papel moneda puede ser devaluado en un abrir y cerrar de ojos dependiendo de los avatares económicos a nivel mundial.

El dinero no puede ofrecer seguridad alguna ya sea en papel moneda, oro o plata. Los que entiende esto viven confiados en el Proveedor y Dueño de toda la plata y el oro de este mundo. En el Reino de Dios no existe lo que en economía llaman el “corralito” una expresión que surgió en Argentina.  El corralito significó “la restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros impuesta por el gobierno argentino”. El corralito “hace referencia a la inmovilización de los depósitos realizada por el gobierno de cualquier país”.

“Mía es la plata y mío es el oro, dice el Dios de los Ejércitos” Hageo 2.8

La sensación de confianza y seguridad que el dinero puede ofrecer es absolutamente falsa. El dinero en efectivo que pudiéramos tener en el banco, las imposiciones a plazo fijo, las cuentas corrientes, los seguros o acciones en la bolsa son totalmente inestables y se pueden perder de un día para otro. La seguridad que ofrece el dinero digital o de plástico, en forma de tarjetas de crédito, es de nuevo falsa. No estamos más seguros por tener más dinero, ni menos seguros por tener menos dinero.


El único nivel de preocupación justificado nos tendría que sobrevenir si tuviéramos que mendigar pan. El nivel más bajo de verdadera pobreza se alcanza bajo la mendicidad del pan de cada día ¿Alguno de nosotros hemos llegado a ese nivel de pobreza desde que estamos bajo los Principios de Prosperidad que el Cielo establece? ¿Alguno de nosotros está mendigando pan, sin techo y sin abrigo? ¿Por qué tenemos este nivel de confortabilidad emocional, espiritual y económico? ¿Qué hemos hecho para llegar a estar en la situación privilegiada que hoy tenemos? Analicemos, aunque sea someramente, algunos conceptos vitales en la vida de todos aquellos que nos definimos como creyentes, aunque ciertamente es una expresión algo ambigua la de creyente.

Una buena acción continuada en el tiempo crea devoción y en el caso del que entiende lo que significa las Primicias o los Diezmos, con mayúsculas, además de devoción produce sobreabundante bendición. El hecho de que este párrafo tenga una poética rima no es casualidad. El Diezmo es poesía llevada al campo de la generosidad donde se siembra, crece, desarrolla y se recoge abundantemente produciendo buenos y permanentes frutos.
La expresión “Diezmo” aparece en los resultados de búsqueda en la Biblia 46 veces, en 41 versículos. Toda una definición en si misma del valor o importancia que el Cielo le da al concepto “Diezmos” y de nuevo con mayúsculas. El valor espiritual es de tal calibre que Dios mismo nos dice que le pongamos a prueba. Un reto para ver si Él nos bendeciría abundantemente, si practicamos el sano deporte espiritual de la generosidad y alegría del Diezmo.

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi Casa: Probadme ahora en esto, dice el Señor de los Ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”
Malaquías 3.10

¡Asombroso verdad! Dios mismo dice que le pongamos a prueba, no sé si alguno se atreverá, pues las ventanas de los Cielos serían abiertas y derramarían sobre nosotros abundante bendición ¿Cuál es la condición? Qué traigamos todos los Diezmos al alfolí. La expresión “todos” hace referencia a “todos” los diezmos y no solo a una parte de los que recibimos. En este punto es necesario comprender que “todo” lo que recibimos nos viene por la misericordia de Dios. El trabajo que hacemos lo podemos realizar, por la intervención del Cielo en nuestras respectivas vidas. Todas las ganancias, sean del tipo que sean, comisiones, ventas, ayudas o cualquier otra entrada económica que recibamos es necesariamente susceptible de ser diezmada.

“El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres, su justicia permanece para siempre” (2 Cor. 9.6–9)

Qué Dios nos ayude a entender lo que significa el Diezmo y las muchas bendiciones que el Cielo nos da de forma milagrosa. La generosidad, en el sentido más amplio de la palabra, no es un don o una virtud es una responsabilidad ética y moral para con nuestro Dios Proveedor y para con nuestros semejantes. Practicar el Diezmo, en forma de alegre generosidad, es una buena acción que continuada en el tiempo nos traerá sobreabundante bendición ¡Dios no miente!


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