La displicencia nunca dará buenos resultados

El enfrentamiento con los demás puede tener varias causas, pero la más evidente es por causa de intentar corregir, a otros. En la mañana me desperté con una pregunta en la mente, que os quiero compartir ¿Es mejor tratar de enseñar a los demás o esperar que sean otros quién te pidan que les enseñes?



La impresión que tengo es que esta pregunta se la hacen todos los días aquellos que se tienen que enfrentarse, nunca mejor dicho, a sus alumnos en el campo de la educación. 

El Libro de Proverbios lo podríamos definir como el Manual de 
Maestro. Un manual que está inspirado por el Cielo para que nos afecte, en la tierra. En todo el Libro encontraremos expresiones claras, precisas y duras, que nos enseñarán a enseñar. Lo hemos dicho otras veces, pero el Libro de Proverbios está más pensado o inspirado para enseñar a los adultos, que a los niños. Los responsables de instruir a los niños son los mayores.

“Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto” Proverbios 27.5

La anomalía es que en muchos casos parece que son los niños los que instruyen, a sus padres ¿Por qué los padres hacen dejación de la responsabilidad de reprender justamente a sus hijos? La respuesta podría estar en un trastorno de personalidad, de los padres, por el cual prefieren que sus hijos piensen, que los quieren mucho. La idea de que sus hijos los vean como cariñosos, amables y condescendientes hace que no los reprendan, corrijan y disciplinen. Los padres que cuando fueron niños se les consistió todo repetirán el mismo patrón, en sus hijos.


La Biblia dice que es mejor una clara reprensión, aunque genere enfrentamiento con los hijos, que una forma displicente de tratarlos. El diccionario define displicencia como “desaliento en la ejecución de una acción, por dudar de su bondad o desconfiar de su éxito”. Los padres displicentes son aquellos que dudan de que la corrección sea buena o que produzca buenos resultados. El enfrentamiento en realidad es el de los padres displicentes contra lo que enseña la Escritura ¿A quién está tratando de enseñar la Biblia? A los padres, para que sepan instruir a sus hijos. En muchos casos, como hemos dicho otras veces, la ideología pseudo-pedagógica impone una corriente que hace que los padres consientan a sus hijos, de forma dañina.

La vara y la corrección dan sabiduría, pero el muchacho consentido avergüenza a su madre. Proverbios 29.15

La vara y la corrección, dos conceptos distintos que se trabajan juntos, producen buenos resultados en la educación, de nuestros niños. El mal hábito de consentir a los niños es, además de vergonzoso para los padres, altamente perjudicial para toda la familia. Los niños consentidos pensarán que tienen el derecho de que todos les sirvan. Unos niños que nunca servirán a los demás que es el objetivo que el Cielo tiene, para todos nosotros.

Corrige a tu hijo y te dará descanso, y dará alegría a tu alma. Proverbios 29.17

El verdadero amor a nuestros hijos pasa por la corrección, no por la ocultación de sus acciones negativas. La firmeza en la enseñanza debe ser evidente y manifiesta. La corrección alegrará tu alma y la de los demás. En realidad, y contestando a la pregunta del principio, creo que la combinación entre el interés de enseñar, y la buena actitud de querer aprender, producirá buenos frutos en la familia y en la Comunidad. La displicencia nunca dará buenos resultados. La corrección además de buenos resultados siempre dará sabiduría. Así lo enseña la Biblia.

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