Honrando las Canas

Una sociedad que no cuida a sus ancianos, es una sociedad llamada a desaparecer literalmente hablando. Estamos en un momento cuando el cuidado de los ancianos se ha quedado en una mera transacción comercial. Llegados a una cierta edad, los ancianos de nuestras “sociedades modernas y progresistas” son recluidos en asilos, diseñados a modo de desguace de seres humanos. Esto solo en el caso de tener medios económicos, si carece de ellos su “suerte” será muy distinta. Es importante decir que no todos los asilos son malos por definición, todo depende de quién o quienes lo dirijan. Tener un asilo es una buena meta a la que deberíamos aspirar, sin duda alguna. Un lugar de reposo donde se viva un ambiente espiritual de verdad. Donde se cuide al anciano en todos los sentidos, sin olvidar las necesidades espirituales que tienen. Con todo no podemos echar la culpa a tan “ambiguo ente” como es una sociedad. La nombrada sociedad está formada por personas que van desarrollándose desde niños, hasta que son ancianos. Muchos son los que no piensan en que un día, si es que llegan, serán también ancianos. Tenemos que enseñar a nuestros niños y jóvenes a respetar a los ancianos, para que nos vaya bien a nosotros y a ellos. Ayudar a los ancianos a llegar a la vejez de una forma digna, es un deber que todos debemos asumir. Lo que hagamos con los ancianos, será nuestra herencia en el futuro. Lo que sembremos es lo que recogeremos, este principio bíblico es inalterable. Trabajar en nuestra juventud por honrar a los ancianos es una de la más digna meta a la que podemos llegar. Tenemos que enseñar a nuestros niños y jóvenes a respetar, ayudar, cuidar, proteger, sustentar y honrar a los ancianos en general y a los de nuestra casa en particular. "Corona de los viejos son los nietos y honra de los hijos son sus padres." (Proverbios 17.6). Un anciano que lleva corona es en la práctica alguien que es cuidado por su familia, honrado y respetado. Sus palabras son sabias por la experiencia acumulada y merecen todo nuestro reverente respeto.
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Aprendiendo a ser piadosos con nuestra propia familia
"Honra a las viudas que en verdad lo son. Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, aprendan estos primero a ser piadosos para con su propia familia y a recompensar a sus padres, porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios." (1 Timoteo 5.3-4). No podemos dejar la responsabilidad de cuidar a los ancianos, al estado, a la sociedad, a los asilos o similares. Cada familia debe hacerse cargo de sus ancianos y protegerlos por todos los medios posibles. Tenemos que aprender a ser piadosos con nuestra propia familia, en primer ligar, y esto tenemos que enseñarlo a nuestros hijos y nietos desde su más tierna infancia. Además debemos ser nosotros ejemplos con nuestros propios padres. Muchos son los que abandonan a su “suerte” a sus ancianos, desentendiéndose de ellos o dejándolos con alguien que les cuide sin saber si esa persona está formada para ese trabajo en el sentido más amplio de la palabra. Dime como cuidas a tus ancianos y te diré como te cuidarán a ti, si llegas a anciano.
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Un Ciclo de la Vida
La vejez deber ser el ciclo de la vida en el cual vemos los sueños hechos realidad, a lo menos así nos gustaría a todos. "Ya Abraham era viejo, bien avanzado en años; y Adonai había bendecido en todo a Abraham. (Génesis 24.1). Llegar a ser viejo como Abraham y ver como Dios nos ha bendecido en todo, debe producir una especial satisfacción. Saber llegar a esa etapa de la vida es también un reto a superar. Muchos en nuestro tiempo tratan de parar el tiempo y parecer jóvenes siempre. Entrar en la vejez aceptando los cambios que implica es parte de la bendición de Dios. Cuando somos jóvenes, por lo general, no pensamos en que un día seremos ancianos. No nos preocupamos por los que están en ese ciclo y algunos hasta desprecian a los que llaman despectivamente “viejos”. En el Reino de Dios se nos enseña a respetar a los mayores, a los ancianos, dicho de otra manera a los que tienen canas. "Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano. De tu Dios tendrás temor. Yo, Adonai" (Levítico 19.32). Tenemos el Mandamiento de honrar a los ancianos, que está relacionado, como no puede ser de otra manera, con el temor a Dios. A mayor honra a Dios, mayor respeto y honra a los ancianos, sean nuestros familiares directos o no lo sean. La honra a los ancianos no es solo un concepto, es además una actitud que se manifiesta levantándose literalmente ante su presencia. El respeto debe manifestarse con palabras y con hechos. Es más que evidente que lo que sembremos, recogeremos.
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Preceptos del Reino de Dios

Si somos educados bajo los Preceptos del Reino de Dios, tendremos un reverente respeto por los ancianos en general y especialmente por los que se ocupan en la predicación o la enseñanza. "Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar (1 Timoteo 5.17). Cuando un anciano continúa enseñando o predicando, independientemente de la edad que tenga, es digno de recibir doble honor. En el Reino de Dios no existe el concepto de jubilación, el que es llamado a predicar y enseñar, lo deberá hacer hasta que el Señor le llame a su presencia. El Señor permita que podamos servirle todos los días de nuestra vida, aunque estemos en ese respetable ciclo de la ancianidad. La Escritura nos exhorta a instruir a los niños en la fe, con el propósito de que llegue a viejo sin apartarse del camino del Señor. Nuestra responsabilidad con el prójimo empieza desde la niñez, para que pasando por todos los ciclos de la vida, llegue a vejez y se mantenga firme en el camino de Dios, sin apartarse y a la vez dando ejemplo a la nueva generación. Permita el Señor que lleguemos a esta etapa de la vida con muchos años y mucha fe. ¿Cómo estamos cuidando a nuestros ancianos? ¿Qué podemos hacer para mejorar su vida, ahora y en el futuro? Un buen proyecto sería un asilo donde vivir con honra y respeto, donde los jóvenes puedan servir y a la vez aprender de los ancianos.