El soñado don de discernimiento

Los sueños generan esperanza y la esperanza produce más sueños que mantienen esa misma esperanza. Los sueños que viene del Cielo, no todos los sueños proceden de Dios, nos motivarán a seguir adelante con la esperanza y la certeza de que veremos hechos realidad nuestros sueños.

Cada sueño puede ser una puerta o ventana que se abre para visualizar los proyectos, las metas y los objetivos a los cuales nos tendríamos que encaminar. Un sueño se puede convertir en una pesadilla sino tenemos “encendido” el don del discernimiento. Los sueños, como el corazón, son engañosos. Muchas veces, más de las que nos damos cuenta, los sueños son producto de un deseo no cumplido o de una esperanza no alcanzada. Las frustraciones que experimentamos en la vida pueden generar sueños, que se repiten a lo largo del tiempo. Sueños repetitivos, a los cuales concedemos credibilidad, como si fueran sueños del Cielo.

Una frustración no resuelta puede generar más sueños, que una esperanza no cumplida. La frustración combate a la esperanza con mucha perseverancia y tozudez. Soñamos más a causa de los deseos inalcanzados, que de las esperanzas por venir.

El don de discernimiento debe estar operativo en todo momento, para poder discernir si el sueño procede de lo Alto o ha subido desde lo profundo del infierno de las frustraciones. La esperanza y la frustración, como algunos lo han definido, combaten en el campo de batalla de la mente. La frustración de nutre de los hechos negativos por los cuales hemos pasado, pero la esperanza se nutre de fe. Los hechos buenos y positivos que vamos acumulando en el trascurso de la vida refuerzan la fe y la esperanza.

Las batallas más duras están en nuestro interior, donde combaten los sentimientos más antagónicos a vida o muerte. Los sueños y las pesadillas combaten en nuestro interior, para conducirnos a la frustración o a la esperanza. La insistencia en que tenemos que discernir la procedencia de los sueños no es meramente literaria. La falta de discernimiento nos llevará a creer que todo lo que soñamos procede del Cielo. La falta de discernimiento nos hará creer que los sueños que nos prometen alcanzar ciertas cosas son de Dios. La falta de discernimiento nos forzará a rechazar los sueños que nos corrigen. Los sueños que nos amonestan y nos hacen plantearnos el camino por el cual estamos andando. Una especie de falso mecanismo de defensa nos lleva a decir, que ciertos sueños son pesadillas desechando así la corrección del Cielo para nuestras vidas. 

El Cielo también nos manda pesadillas que nos hagan reflexionar. Santas pesadillas, deberíamos llamarlas, que nos hacen cambiar de una mala dirección, por la cual transitábamos. Santas pesadillas que nos llevan a la buena dirección por la cual debemos transitar. 

No todas las pesadillas son malas, negativas y frustrantes ¿Nos damos cuenta de la importancia que tiene el don del discernimiento? Las pesadillas que nos corrigen podemos llámalas también, algo sí como, correcciones diplomáticas del Cielo. Temer a Dios es la mejor forma de discernir el bien, del mal y no quedarnos atrapados en los engañosos sentimientos. El discernimiento procede del Cielo, por medio de la pausada lectura y el profundo estudio de la Escritura. Los buenos sueños y las buenas correcciones, que nos envía el Cielo, ya las han experimentado nuestros antepasados en la fe.

La Palabra de Dios nos enseña aun cuando estamos soñando. No dejemos de leerla cada día y aprendamos. El buen alimento espiritual evita las malas pesadillas procedentes del infierno de la frustración. Soñamos con discernir y deberíamos discernir lo que soñamos ¡Shalom!
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