
En ELUL hacemos planes, tenemos buenos propósitos y empezamos a proyectar las aspiraciones, que esperamos alcanzar en el año próximo a comenzar. Recordamos que estamos tratando con el Calendario Hebreo el cual nos dice que estamos en el último mes de año. Todo lo que planeamos empieza con palabras, con sonidos del alma que esperamos alcancen el Cielo en forma de oraciones. Las palabras deberían expresar lo que verdaderamente sentimos, pero algunas veces son el biombo que esconde nuestras verdaderas intenciones.
Las palabras que pronunciamos en ELUL tienen una fuerza diferente a las que pronunciamos en otras épocas del año. No decimos que sean mejores, las palabras u oraciones, estamos diciendo que adquieren una connotación diferente. ELUL es un tiempo en el cual tenemos que medir lo que decimos. El dominio propio está relacionado con medir nuestras palabras y en la forma en que las decimos. Por lo general cuando tenemos que medir las palabras es que no podemos decir lo que verdaderamente sentimos, pero en este caso se trata con toda claridad de dominio propio.

No hay cambio sincero hasta que no empezamos a reconocer a los demás como se merecen. ELUL es el tiempo perfecto para empezar a pagar nuestras deudas y hacer restitución de la honra adeudada con los demás. “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra” Romanos 13. 7. En este periodo del año tenemos la oportunidad de dar comienzo a un tiempo motivador de restituir lo que debamos restituir. Tener esto en cuenta nos saldrá a cuenta.


Una de las acciones más importantes en la vida es ser sinceros, pero para que la sinceridad sea bien entendida tenemos que ser claros en nuestras expresiones. Una palabra confusa es una especie de cuadro abstracto, que no se entiende sino lo explica el autor. Si queremos pintar bien en la vida tenemos que hablar con claridad y explicar lo que queremos decir. No solo es necesario decir lo que debemos sino además expresarlo con absoluta claridad.
Por último, es muy importante la forma en que decimos las cosas. Las palabras agresivas son heridas para el alma y la mente, que tardan en olvidarse y siempre dejan cicatrices emocionales. Medir las palabras tiene que ver también con la forma en las cuales nos expresamos. No queremos dejar un reguero de heridos en nuestro paso por la vida, para lo cual es necesario que mantengamos el tono y la forma apropiada. El Cielo oiga nuestras palabras, oraciones y actitudes. Muchas veces nuestra actitud habla más claro que nuestras propias palabras.
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