Principios Educativos: Los Maestros del Bien enseñan bien


La enseñanza, para que sea realmente efectiva, debe impartirse por un verdadero Maestro del Bien, con mayúsculas. El conocimiento de la Escritura es una de la más grandiosa de las experiencias espirituales, que se pueden acometer. La aventura de estudiar la Biblia es un reto al alcance de todos, pero que precisa de una disposición de corazón muy particular. 

Todos podemos leer la Biblia especialmente hoy en día cuando se considera, que es el libro más reproducido a lo largo de la historia de la humanidad ¿Estamos dispuestos a esforzarnos en su estudio? Una pregunta que requiere una respuesta consciente de la responsabilidad, que conlleva el estudio de la Escritura. En este proceso de aprendizaje el maestro es parte clave, para entender correctamente lo que pretendemos analizar y comprender. Los Maestros del Bien enseñan bien, a aquellos que buscan, que llaman y que andan por el camino angosto que lleva a la Vida Eterna.

La relación maestro y discípulo es un rol que debe estar claramente entendido y asumido, para quedar limpio de todo resto de orgullo, por parte de ambos. El binomio alumno-maestro, y viceversa, es un poderoso aliado de la Verdad. La transmisión de la Verdad, en este caso reflejada en la Escritura, se efectúa por la armoniosa y correcta relación entre maestro y discípulo. El maestro y el alumno se sostienen mutuamente, para que el fin al que se pretende llegar sea alcanzable y produzca buenos frutos. No se trata de una mera transmisión de ciertos conocimientos, sino más bien de conocerse y reconocerse el uno al otro, en el contexto del estudio de la Escritura dentro de los denominados Grupos Discipulares.

Un punto muy importante a entender es que un maestro puede y debe tener un limitado grupo de discípulos, pero un discípulo debe tener un solo maestro, para que la enseñanza recibida esté libre de interferencias ajenas a los fines que se persiguen en el Grupo Discipular.


El objetivo del maestro debe ser que sus discípulos lleguen, cuanto menos, al mismo nivel de conocimiento y práctica que así mismo se exige. No se trata de duplicar conocimientos sino de extenderlos hasta los confines de las fronteras, que nuestros corazones representan. La enseñanza que no sale del corazón del maestro y llega al corazón del alumno queda, en una especie de terreno de nadie, en la frontera de la indiferencia. La semilla que no se planta en el corazón cae en terreno pedregoso que indefectiblemente se seca. La semilla buena solo crece en una tierra buena. El problema, por tanto, no es la semilla sino más bien la tierra.

El maestro espera, desea y debe esforzase, para que los discípulos lleguen a ser también maestros. No se trata de tener muchos discípulos sino de tener muchos maestros que enseñen de forma ejemplar y práctica con sus propias vidas. No se trata solo de imitar al maestro sino de formar una red de maestros identificados e identificables como servidores del Camino, la Verdad y la Vida, que el Mesías como Maestro de Maestros representa. 

Un maestro debe ser fiel reflejo de las enseñanzas, actitudes y acciones de su Maestro. En este punto no solo enseñamos también aprendemos y así en una línea de continua bendición y extensión de la verdad. La enseñanza se transmite de una mente a otra, pero especialmente de un corazón a otro corazón. Necesitamos muchos hombres y mujeres que preparen su corazón de esta forma y dediquen sus vidas al estudio de la Escritura, a vivir conforme a sus enseñanzas y a enseñar a otros a guardar todas las cosas que el Mesías nos ha enseñado. 
Así lo entendió Esdras que “había preparado su corazón para estudiar la Ley de Dios y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7.10) 
Un último apunte para que recuerdes que tu maestro no es sólo el que te ha enseñado sino el que te sigue enseñando y el que te motiva, para qué aprendas y para que enseñes lo aprendiendo. Se agradecido con el maestro que te enseña y motiva, pero especialmente con Aquél que nos llamó de las tinieblas a su Luz Admirable, pues es de bien nacidos ser agradecidos. Agradecemos también tus comentarios y aportaciones ¡Gracias anticipadas!

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