Viaje a la Libertad: El desierto de la falta de compromiso y lealtad
Algunos se escudan en el grupo, para pasar desapercibidos, en su resistencia personal al cambio. La garantía de sentirnos juntos no radica en estar cerca físicamente sino el sabernos estar emocional y espiritualmente unánimes compartiendo los sempiternos y ya conocidos Intereses Comunes y Comunitarios.
Las decisiones personales, alejadas de los intereses generales, son los que más afectan al conjunto del grupo. Caminar juntos, con un mismo pensamiento, es más seguro que hacerlo solos, por muy preparados que nos creamos. Recordemos que estamos hablando de estar juntos con la misma visión, aunque estemos separados físicamente hablando.
La distancia no afecta a los objetivos de un cierto grupo. La individualidad si es la garantía del fracaso anunciado. No confundir individualidad con una sana personalidad, que piensa en los demás y en uno mismo. La individualidad divide mientras que la personalidad afable tiende a fomentar la unidad, ayuda, coopera, comparte y motiva a los demás.
La Familia de la Fe, de la cual formamos parte, está unida y unánime independientemente de dónde estemos viviendo o de la distancia geográfica que mantengamos. Cuando una parte de la Familia de Fe sufre todos debemos sufrir e identificarnos con el dolor del otro. El cuerpo reacciona de forma automática y de forma maravillosa ante el dolor de una parte del mismo cuerpo, por muy pequeño que sea. No hace falta estar juntos, geográficamente hablando, para sentirnos y permanecer juntos. Lo que si hace falta es conocer y reconocer que somos parte del mismo cuerpo espiritual y trabajar por el bien común de todos.
En algunos casos podemos conocer a los que forman parte del cuerpo, pero no reconocerlos en su dignidad, responsabilidad y trabajo comunitario. La gran diferencia está en saber, quiénes somos, con quién caminamos y quién nos guía en este viaje de aventuras, que es la vida en sí misma.
La individualidad no reconoce a los demás solo se sirve de ellos conforme a sus necesidades. La responsabilidad comunitaria y familiar, el trabajo de guiar, conducir, pastorear, enseñar y dar ejemplo es la motivación más fuerte, que puede tener el ser humano. Los individualistas se desaniman fácilmente pues carecen de motivación enfocada al bien común del resto del grupo. La historia nos muestra muchos casos de personas individualistas, que solo pensaron en ellos mismos. Un pensamiento desastroso, que siempre acabará en tragedia.
El desierto está lleno de individualistas, que no supieron o no quisieron dar y darse a los demás. Un desierto espiritual de falta de compromiso y lealtad a quienes les guían, instruyen y motivan.
La bendición no es una especie de “fórmula mágica” que se nos dice, para que nos sintamos protegidos. La verdadera bendición es un conjunto de buenas acciones espirituales, qué a modo de paraguas, nos guardan de las inclemencias del tiempo incluso estando en el desierto, con su sofocante sol sobre nuestras cabezas. Los individualistas solo buscan su bien y así es como quedan totalmente al descubierto, sin la verdadera y protectora bendición.
Todos compartimos una carga, una visión y un sueño, pero no todos saben qué tienen que hacer, con esa responsabilidad. El objetivo no es solo conocer cuál es la carga sino cargarla, en los hombros de la responsabilidad compartida. No se trata de tener sueños y visiones sino entender, para qué sirven y con quién los tengo que compartir. Los que nos guían, por tan sofocante camino en el desierto, deben ser conocidos y reconocidos por su ardua labor ante el Cielo Señor y ante la Comunidad.
El viaje a la libertad exige una madurez espiritual, que el tiempo de desierto permite alcanzar. Un tiempo de desierto que todos tenemos que pasar, aunque la mejor manera de pasarlo es permanecer unidos. Muchos salieron de la esclavitud, pero muy pocos llegaron a la Tierra Prometida.
La historia nos enseña que lamentablemente algunos se quedan en ese desierto, por su falta de compromiso con los demás y por su falta de lealtad con aquellos que los guían. Todo lo que sea buscar nuestro exclusivo bien sin considerar, que somos parte de una muy especial Familia de Fe, acabará tarde o temprano en desastre ¡Qué no acontezca así entre nosotros!
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