La vara de Aarón que reverdeció
Los que entienden lo que significa el Arca del Pacto, en
términos de fe, apreciarán y tendrán muy en cuenta la enseñanza de hoy. El
repaso de lo que dijimos en semanas anteriores nos lleva hasta el interior del
Arca de la Fe, tal como la definimos de forma simbólica. El recipiente de oro
con una porción del Mana nos seguía llevando a pensar si la apariencia externa
se corresponde con la realidad interna, que decimos tener y creer. Recordemos
el pasaje de referencia.
“…el Arca del Pacto
cubierta de oro por todas partes, en la que había una urna de oro que contenía
el Maná, la Vara de Aarón que reverdeció y las Tablas del Pacto” Heb. 9.4.
La Vara de Aarón que reverdeció era otro de los valiosos objetos,
que contenía el Arca del Pacto. Una vara que representaba de forma evidente la
autoridad para servir, que Aarón ejercía por medio de su ministerio sacerdotal.
El servicio a Dios requiere compromiso, fidelidad y una más que necesaria
autoridad espiritual, que provenga del Señor. La autoridad que provienen de lo
Alto será un don para bendecir, para servir, para corregir y para guiar al
Pueblo de Dios, léase Congregación, por el tortuoso y difícil camino del
desierto de la vida. En nuestro particular periplo hacia la Tierra Prometida tendremos
dificultades, pero contaremos con el apoyo fraternal y el cuidado de toda la
Congregación.
En este viaje entendemos que no estamos solos y que todos tenemos
las mismas necesidades, que el resto. Cuando llueve, esas benditas lluvias, son
para refrescar a todos. Si hay agua bebemos todos y cuándo escasea todos
pasamos sed. La bendición de vivir y servir en Comunidad, independientemente de
la distancia geográfica que nos separe, requiere de todos nosotros un firme compromiso,
en los tan nombrados Intereses Comunes y Comunitarios.
La autoridad espiritual para servir, que todos recibimos,
debe permanecer fresca e ir renovándose día tras día. La vara de Aarón,
entiéndase como autoridad de lo Alto, permanecía reverdecida y fuerte a pesar
de las muchas dificultades, por las que todo el Pueblo de Israel estaba pasando.
Caminar y servir juntos es entender lo que significa formar parte de una
Comunidad, con las mismas metas y objetivos.
La autoridad espiritual nos llevará siempre al compromiso
mutuo de servir, con el resto de la Congregación. La peor forma de sequedad espiritual
se manifiesta cuando los intereses personales están muy por encima, de los
intereses congregacionales y dejamos de servir a Dios y a los demás. El
individualismo, acentuado por el egocentrismo, nos impedirá ver las metas y los
objetivos que el Cielo tiene, para todos nosotros. Una forma de debilidad que
nos llevará a pedir solo para nosotros, de forma individual, sin considerar las
necesidades del resto de la Congregación.
No pretendamos que Dios nos de agua a
nosotros solos cuando tenemos sed ¿Acaso no tienen también los demás sed?
El
Buen Dios nos ha hecho Pueblo, Comunidad, Nación o Congregación, para repartir
el agua de la bendición entre todos nosotros. Si tenemos sed pidamos agua, pero
pidamos para todo el Pueblo.
El compromiso de servir a Dios exige un mismo compromiso, de
servicio espiritual a los demás. Ya hemos dicho que la espiritualidad debe
manifestarse en lo exterior y en el interior de nuestra vida. La apariencia
espiritual, sin ser verdaderamente espirituales, es un espejismo del desierto
que nos lleva a quedarnos dando vueltas y vueltas, por las arenas ardientes de
la vida año tras años.
Todos necesitamos que nuestra vida espiritual reverdezca. Todos necesitamos que nuestra apariencia externa se corresponda con aquello que decimos ser, creer y vivir. El tiempo no se detiene, para esperarnos a que tomemos fuerzas, a que nos renovemos y a que reverdezcamos. Las decisiones personales, sean de la índole que sean, son de nuestra absoluta responsabilidad. Servir o no servir es el verdadero dilema, que cada uno de nosotros tenemos que resolver.
Todos necesitamos que nuestra vida espiritual reverdezca. Todos necesitamos que nuestra apariencia externa se corresponda con aquello que decimos ser, creer y vivir. El tiempo no se detiene, para esperarnos a que tomemos fuerzas, a que nos renovemos y a que reverdezcamos. Las decisiones personales, sean de la índole que sean, son de nuestra absoluta responsabilidad. Servir o no servir es el verdadero dilema, que cada uno de nosotros tenemos que resolver.
La autoridad espiritual para servir es una carga y no un
cargo. Los que están dispuestos a servir a Dios, en primer lugar, y a sus
semejantes sentirán que son responsables de ellos mismos y de cuantos les rodean.
El Cielo nos va a pedir cuentas a todos en algún momento de nuestro peregrinaje
por la vida. El desierto nos tiene que hacer sensibles o nos deja inertes sobre
sus ardientes arenas. El sufrimiento es compartido, a partes iguales, con los
momentos de alegría. Cuando uno sufre todos sufren y cuando uno ríe todos reímos
y nos alegramos.
"La autoridad espiritual para servir nos lleva a situarnos en
el mismo plano que los demás. Nos lleva a estar a su lado y a repartir la misma
carga"
Una vara seca de autoridad espiritual no motiva solo sirve para dar golpes. Una vara reverdecida en el servicio a Dios y a los demás trae sana motivación y esperanza de futuro. La autoridad espiritual reverdece cuando servimos de corazón a Dios y a nuestros semejantes. Todo lo demás es apariencia, pura apariencia de lo que deberíamos ser y lamentablemente no llegamos a ser. Qué no sea así entre nosotros.
Una vara seca de autoridad espiritual no motiva solo sirve para dar golpes. Una vara reverdecida en el servicio a Dios y a los demás trae sana motivación y esperanza de futuro. La autoridad espiritual reverdece cuando servimos de corazón a Dios y a nuestros semejantes. Todo lo demás es apariencia, pura apariencia de lo que deberíamos ser y lamentablemente no llegamos a ser. Qué no sea así entre nosotros.
Excelente!!!!
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