Las Tablas del Pacto (Final de serie)
En
anteriores enseñanzas hemos hecho referencia al Arca del Pacto y a su
contenido. En el día de hoy pretendemos dar por finalizada esta serie hablando,
sobre las Tablas del Pacto. No podríamos entender el tema tratado sin considerar
el elemento más trascendente, que contenía el Arca, las ya mencionadas Tablas
del Pacto.
“…el Arca del Pacto cubierta de oro por
todas partes, en la que había una urna de oro que contenía el Maná, la Vara de
Aarón que reverdeció y las Tablas del Pacto” Heb. 9.4.
En el Monte
Sinaí el Pueblo de Israel, guardián de la Escritura, recibió lo que hemos
denominado como Los Diez Mandamientos. Ya dijimos anteriormente que el Arca
estaba construida de madera de acacia y recubierta en su totalidad, por dentro
y por fuera, de oro. En su momento hicimos la comparación del Arca del Pacto
con una simbólica “Arca de Fe” que nos representaba a nosotros. Lo que
enfatizamos fue que el “valor” del Arca venía reforzado por el contenedor y por
su contenido. El valor global del Arca del Pacto estaba en su forma y en su
fondo. La apariencia del Arca estaba en consonancia con aquello que contenía en
su interior. En esta línea de pensamiento podríamos decir que no podemos tener
una espléndida apariencia exterior y estar vacíos espiritualmente hablando, en
nuestro interior.
Somos lo que
somos, pero lamentablemente no siempre somos lo que parecemos, en términos
generales. Nos gusta aparentar espiritualidad, pero la eficacia de lo que
parecemos se pierde por la realidad de los hechos que acometemos. La corriente
predominante, en todos los campos, es guardar las formas exteriores, sin
considerar la importancia de lo que deberíamos ser por dentro. Lo más dramático
es cuando se conjugan una aparente espiritualidad exterior, una vacuidad
interior y una rebosante contradicción de penosas actuaciones, en relación a
los demás. El trato que damos a otros determina como somos en realidad.
La Escritura
enseña literalmente, sin la menor posibilidad de interpretación, que se nos
conoce por los frutos que producimos. Un árbol con una sana apariencia debería
dar buenos y sanos frutos comestibles. Cuando el árbol es malo, lo parezca o no
lo parezca, los frutos son malos, no actos para el consumo e incluso pueden
llegar a ser venenos. Lo que parecemos espiritualmente y los frutos que salen
de nuestro corazón deben estar perfectamente en consonancia, con lo que decimos
y lo que hacemos. Una persona con buena apariencia espiritual, con un buen
fondo de corazón lleno de gracia, simpática y atenta con el prójimo siempre
dará buenos frutos. “Entonces dije: «He aquí, vengo; en el Rollo
del Libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y
tu Ley está en medio de mi corazón” (Salmo 40.7-8)
La confianza
en la provisión de Dios, simbolizada por el Maná, debe estar presente de forma
diaria en nosotros. Al igual que el Maná era recibido y recogido a diario así
debemos recoger la confianza y la fe en Dios para alimentarnos nosotros mismos
y a los demás. La excesiva preocupación por el “pan de cada día” en forma de
Maná llevó a muchos a debilitarse espiritualmente. Cuando recogían más de lo
que Dios les dijo, llevados por el miedo y la desconfianza, el Maná se
estropeaba y era incomestible. El problema era que se les corrompía el Maná y a
la vez el corazón. Los milagros que habían visto, con sus propios ojos, pronto
se les olvidaron.
La demostración de que confiamos en Dios viene cuando en toda
circunstancia, por muy dura que sea, seguimos creyendo a Dios y confiando en
que Él proveerá de lo necesario, para nosotros, nuestra casa y nuestra
Comunidad.
La verdadera
confianza en Dios produce además de fe, un genuino esfuerzo en el servicio a
Dios. Ya dijimos que servir a Dios es el objetivo final de nuestra vida. Un
trabajo espiritual que requiere de una verdadera autoridad otorgada por el
mismo Cielo. La vara de Aarón que reverdeció sobresalió sobre aquellas varas
del resto de las tribus de Israel. Una señal de Dios, para que todos
entendieran la especial labor encomendada a Aarón como sacerdote. Un ministerio
o servicio, que es lo mismo, que debería ser respetado y reconocido, por el
resto del Pueblo de Israel. Un creyente que conoce a sus Pastores, además, los reconoce
y siempre los tiene en alta estima.
Un reconocible fruto de respeto, reconocimiento
y estima, que todo creyente lleva como un especial tesoro guardado en su
corazón. La autoridad espiritual para servir se pierde cuando no tenemos claro
quiénes son nuestros Guías y Pastores. El respeto es una vara que debe
reverdecer, para que nuestra vida está bendecida y produzcamos buenos frutos espirituales.
La
perfección solo la representa Dios, pero nosotros estamos llamados a reflejar
esa perfección por medio de nuestros dichos y hechos ¿Qué dichos y qué hechos
se corresponden con nuestra apariencia espiritual? Las Tablas del Pacto deben de
estar en nuestro corazón. La apariencia exterior no tiene ningún valor cuando
estamos vacíos de Palabra de Dios. Tener una Biblia y no leerla es una
demostración palpable de que nuestro exterior no se corresponde con lo que decimos
llevar dentro del corazón. Lo que da valor a nuestra personal “arca de fe” es
que contenga la Ley de la Libertad, la Torá, la Escritura o la Palabra de Dios
en constante movimiento de sana lectura y estudio. Los cambios que necesitamos
vienen producidos por el encuentro personal con la Voluntad de Dios expresada
en la Biblia. Todo lo demás es pura apariencia externa, que debilita la fortaleza
espiritual. La Palabra nos fortalece y nos hace consecuentes en palabras y hechos.
Confianza, servicio, respeto y estudio de la Escritura son los buenos
frutos que deben estar visibles, en nuestro corazón. Una especie de lugar santo,
que nadie ve excepto el Señor. El valor de nuestra vida depende de los que
parecemos ser, espiritualmente hablando, y aquello que llevamos guardado en
nuestro corazón. La “perfección” empieza a dar buenos frutos cuando lo que
parecemos y lo que somos son una misma cosa ¿Encontrará el Cielo algo bueno dentro
de cada uno de nosotros? Qué así sea.
Comentarios
Publicar un comentario
Comentarios, opiniones o consultas