Empezar de nada para alcanzarlo todo

La Escritura esconde una sabiduría tan sencilla, que solo los puros de corazón la pueden descubrir, entender y me atrevo decir a compartir. Las Parábolas en particular recogen una enseñanza tan evidente, que se escapa del entendimiento de los que se creen sabios en su propia opinión. Una luz, la de la Escritura, que ciega a los que dicen ser espirituales y entenderlo todo. El Cielo permita que estemos entre aquellos escogidos que aprenden con humildad y sencillez de corazón.


Un tesoro escondido que está a la vista de muchos, pero que son pocos quienes lo encuentran. Las parábolas que enseñó el Mesías relatan un hecho o un acontecimiento no ficticio que permite entender, al oyente, una verdad sencilla aplicando la comparación. Tan evidentes y sencillas son las comparaciones que se presentan en una parábola que se escapan al entendimiento de una mayoría.

Una parábola es una forma de presentar la verdad directa, limpia y sin adornos inútiles. Los supuestos oradores de masas, que deambulan a nuestro alrededor creen tener una capacidad de comunicación superior a los demás.

La Escritura nos enseña también por medio de parábolas que son acontecimientos verdaderos que ilustran una o varias verdades. No cabe la posibilidad que en la Escritura se encuentren parábolas inventadas, cuentos, o historias falsas, para ilustrar la Verdad con mayúsculas. Una contradicción tan evidente, que se utilizara una mentira para ilustrar la Verdad, que hace que para muchos esté vedada en su intelecto emocional y espiritual. La jactancia, el orgullo y la soberbia intelectual son los principales impedimentos, para ver y entender lo que el Cielo pretende enseñarnos.

“Además el Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo” (Mt. 13.44)

La Parábola o enseñanza de hoy trata sobre la influencia que tiene en nuestra vida la acumulación de cosas que por muy útiles que nos pudieran parecer son absolutamente prescindibles. El acopio de cosas, sean de la clase que sean, son una manifestación de un complejo o inseguridad. La mayoría de personas inseguras se creen seguras si tienen muchas cosas, acumulan en demasía teniendo a rebosar sus estantes de objetos útiles o inútiles. El juego es acumular sin importar el valor de lo acumulado.

Un complejo que trata de ocultar el temor de no tener o el complejo de parecer a la vista de los demás como alguien que no carece de nada. Los complejos de inferioridad y de superioridad se enfocan en un mismo punto de acumular, poseer y guardar por inseguridad o por ostentación.

La prosperidad para una mayoría se traduce en tener mucho de todo ¿Acaso no se puede perder todo en un instante? ¿Cuántos casos sabemos de personas que lo han perdido todo en una fracción de segundo? Hemos visto muchas veces la desesperación por una cierta pérdida de aquellos que habían confiado su seguridad, en lo que habían acumulado. Las casas están llenas de cosas inservibles, inútiles que lo único que generan es preocupación obsesiva por su pérdida y una más que evidente falta de espacio.


El verdadero “lujo” es el espacio, aseveraba un conocido anuncio del sector del automóvil. La única manera de ganar espacio es quitar cosas. No hay otra manera posible de ganar espacio que primeramente quitando todo lo superfluo e inútil que durante años y años hemos acumulado. El “principio” de quitar algo, para ganar algo, debe aplicarse a todas las áreas materiales y espirituales. La única forma de liberarse, en el sentido más amplio de la palabra, de todo lo que hemos acumulado, coleccionado o almacenado es empezando a cambiar nuestra forma de pensar.

Todo lo que tenemos, guardamos o acumulamos no es nuestro ¿Podrías llegar a decir esto en forma audible? Todo lo que tengo no es mío. La vocalización audible de "todo lo que tengo no es mío" implicaría un profundo cambio de pensamiento y actitud. Si en el momento de decirlo te recorre una especie de corriente eléctrica o repelús por el cuerpo es que algo está empezando a cambiar dentro de ti. ¿Puedes repetir conmigo todo lo que tengo no es mío? ¡Qué descanso verdad! En el momento que llegamos a decir “todo lo que tengo no es mío” empiezan a cambiar las cosas.

El proceso de prosperidad comienza cuando se corrige lo deficiente y cuando se restituye el daño que hicimos. Una decidida acción de cambiar el estilo de vida, conforme al Patrón Cultural del Cielo, es necesario para que comience la verdadera prosperidad a imponerse en nuestras respectivas vidas. Para alcanzar la verdadera riqueza, entiéndase prosperidad, hay primero que desprenderse de todo lo que tenemos negativo en el plano material y en el plano espiritual.

Hay que empezar de nuevo, nacer de nuevo, para empezar de nada y alcanzarlo todo.

Cuando nos desprendemos de todo nos damos cuenta de la dependencia que tenemos de las cosas. Más que tener cosas son las cosas las que nos tienen a nosotros. Vivimos llenos de cosas y vacíos de lo que tiene verdadero valor. En la medida que nos llenamos de cosas nos vaciamos de lo importante, de lo verdaderamente importante de la vida. Uno de los Principios de Prosperidad está basado en desprenderse primero de todo cuanto tenemos o poseemos. En otras palabras, quedarse sin nada, para valorar lo que de verdad es útil y beneficioso.


Un beneficio que nos afectará a nosotros mismos, nuestra familia y nuestra Comunidad. No se puede apreciar la dependencia que tenemos de las posesiones hasta que voluntariamente, y no por necesidad, nos desprendemos de ellas. El valor que le damos a lo espiritual está muy determinado por el valor que le damos a las cosas materiales. Los que hemos encontrado el verdadero tesoro debemos ser valientes para desprendernos de todo peso que nos asedia sea en el plano material, emocional o espiritual.

Os propongo como primer paso un ejercicio práctico, muy práctico en verdad, que empecéis a ganar espacio y deshaceros de todo lo que ha conquistado vuestra vida. Reciclar, regalar o revender todas aquellas cosas que se han posicionado entre nosotros y el Reino de Dios.
El valor a lo verdaderamente importante, que le dio aquel buen hombre de la parábola, Tesoro Escondido, se manifestó cuando “gozoso por ello va y vende todo lo que tiene” ¿Has encontrado el verdadero tesoro de la fe? Ya me contarás como te han ido en tu personal lucha contra la acumulación innecesaria de cosas.

Un último apunte, no menos importante, empieza a ganar la batalla del espacio con tus cosas primero, para dar ejemplo. No trates de ganar la guerra luchando las batallas que otros tienen que luchar. Aunque la acumulación de cosas sean de tu misma familia deja que cada uno luche su propia batalla. El ejemplo de ganar tu propio espacio vale más que los miles de espacios de los demás. Empieza por dejar todo vacío para llenarlo todo de lo verdaderamente valioso e importante. A modo de posdata comparte y reparte este tesoro para que nadie diga que siempre nos quedamos con lo mejor. No alcanzamos a más porque cada vez compartimos a menos #Coachconsciences

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