La sucá un espacio de reconciliación

En plena Festividad de Sucot y después de pasar por la Sentencia de Yom Kipur estamos expectantes, para ver que las consecuencias del Juicio nos sean favorables. Todos buscamos lo mejor y en el fuero interno anhelamos acabar bien el año recién comenzado. Cada uno de nosotros miramos al futuro con la lógica esperanza de ver hecho realidad los sueños que albergamos. Por lo general todos queremos ser cabeza y no cola tanto al empezar el año, como al acabarlo.


La sucá que hemos construido es un espacio familiar y comunitario, que nos da identidad como Pueblo y Nación. Una construcción inestable, perecedera e insegura, que no permite que olvidemos de dónde salimos, a dónde hemos llegado y a dónde tenemos que llegar en el futuro. La vida es un viaje continuo con metas y objetivos marcados por el Cielo, para que todos los alcancemos.

Un viaje en el cual nosotros somos los que decidimos la dirección marcándonos objetivos personales. Unos objetivos, los personales, que no deberían entrar en conflicto con los grandes objetivos a los cuales estamos llamados, por el Cielo.

El peor de los conflictos es mantener altercados con Aquel que nos creó dándole la espalda sin querer reconocer la dependencia que tenemos, de la Voluntad de lo Alto. Ya hemos dicho que nosotros somos los decidimos la dirección, pero hay caminos que solo llevan a la amargura y la desesperación. Unos caminos de los cuales creo que todos nos queremos alejar.

La Festividad de Sucot nos llama a reconciliarnos con el Cielo, para que pueda ser efectiva la reconciliación a nivel de lo terrenal y humano. La correcta relación con el Cielo, en el plano espiritual, nos facilita la buena relación con el plano terrenal del cual formamos parte.

La sucá es un espacio de reconciliación con el Cielo y con aquellos que habitamos en la tierra. La dirección correcta para llegar al gran objetivo de la reconciliación interpersonal. Cada sucá levantada es una señal que nos conduce al buen puerto de la estabilidad emocional y la sana relación con nuestros semejantes.

Un espacio temporal, la sucá,  que puede reconciliarnos con los demás de forma definitiva sin límite de tiempo. Las visitas que recibimos en nuestra sucá deben ser consideradas como algo muy especial. Una estructura de convivencia de la cual salir renovados, cambiados y con nuevos propósitos a realizar. Cuando las relaciones personales se convierten en fraternales podemos entender que estamos caminando, en la correcta dirección.

Todas las sociedades se componen y se descomponen a lo largo de su historia. Al igual que en toda familia, incluso las mejor avenidas, siempre surgen confrontaciones, que muchas veces conducen a dolorosas rupturas. La tristeza de la desunión gravita por encima de nuestras cabezas, entiéndase pensamientos, y en el fondo de nuestro corazón en el cual decimos radican las emociones. Si queremos un año agradable, sano y bendecido por el Cielo tenemos que entrar a la sucá con una actitud de reconciliación activa.

La pasividad emocional, el reprimir las emociones, afecta a diferentes órganos del cuerpo. Así mismo hace enfermar a las sociedades que no tienen claras señales que les conduzca a la reconciliación. Sucot es una señal de reconciliación por excelencia. Por todo el mundo vemos levantamientos, enfrentamientos violentos que dejan ver lo peor del ser humano, aunque en algunos casos también lo mejor de la humanidad.

Las grandes divisiones de carácter nacionalista están resquebrajando naciones enteras. Unos nacionalismos excluyentes que se consideran mejores que el resto de las sociedades y de los seres humanos. Unas fragatas sin timón que viran al compás de la violencia de las olas llevándolas de mal en peor.

La Festividad de Sucot, con su espacio de reconciliación la sucá, nos llama a reconducir nuestra vida en niveles básicos, a saber, la reconciliación con el Cielo, con nuestros semejantes y a niveles sociales. Hoy mejor que mañana deberíamos empezar a cambiar nuestras actitudes, para transitar por la buena dirección, que hará que este año sea dulce en verdad. La sucá nos dice que dependemos del Cielo y de nuestro prójimo, por muy independientes que nos creamos.

La sucá deja entrever, por los resquicios de su techo, un magnífico Cielo que nos llama a cambiar y dar lo mejor de nosotros, a los demás. Sucot nos llama a dar y darnos los unos a los otros. No perdamos la oportunidad de hacer cambios en todos los niveles de la vida ¡Jag Sucot Sameaj amigos!

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