Liderazgo generacional
Hoy hemos empezado el Libro de Jueces y más impactante no puede ser. Primeramente, llama nuestra atención qué la siguiente generación de Josué no conocía lo que el Señor había hecho, por Israel. Una sucesión de tragedias está a punto de comenzar y nosotros somo testigos de excepción.
“Pero murió Josué hijo de Nun, siervo del Eterno, a la edad de ciento diez años. Lo sepultaron en su heredad en Timnat-sera, en los montes de Efraín, al norte del monte Gaas. Y murió también toda aquella generación, por lo que la generación que se levantó después no conocía al Eterno ni la obra que él había hecho por Israel” Jueces 2.8–10
El Señor nos muestra por su Palabra aquello que ha hecho con las generaciones que nos han precedido, pero ¿Estamos conscientes de aquello que el Señor ha hecho en nuestra propia generación? Antes de contestar a esta pregunta analicemos algunos datos, para tener en cuenta.
Con la muerte de Josué, como líder de Israel junto con aquellos que habían liderado con él, se produce un cambio o relevo generacional. Nuevos líderes surgen después de un largo liderazgo de Josué, pero la bendición se aleja de un pueblo que decía obedecer al Señor ¿Qué había pasado para que la protección del Cielo se apartara de esta nueva generación? ¿Cómo comienza tan pronto la desintegración de una fuerte comunidad? Todo parece indicar que en una generación el Pueblo de Israel se convierte en una especie de banda desorganizada y rebelde, a los Mandamientos dados por el Eterno.
“Después, los Hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del Eterno y sirvieron a los baales. Dejaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, y los adoraron, provocando la ira del Eterno” Jueces 2.11–12
La siguiente generación a Josué pronto dejó de servir al Eterno y se fueron tras otros dioses ¿Terrible verdad? ¿Cómo es posible este cambio tan rápido en la mayoría de una generación posterior a la de Josué? Sin querer especular nos atreveríamos a decir que la función pedagógica, de instruir a los hijos en la fe, había sido ignorada.
La siguiente generación a Josué no conocía al Eterno, ni la obra milagrosa que el Cielo había hecho por Israel. La preposición “por” aquí es importante. La trasmisión de la fe, en el contexto familiar, se vio interrumpida y las consecuencias fueron totalmente destructivas. No hace falta decir que es un tema serio ¿Cómo estamos instruyendo a la siguiente generación? El objetivo espiritual es que, la siguiente generación, tenga fe en el Eterno y sepa reconocer la milagrosa intervención del Señor, en nuestro favor.
“El Eterno levantó jueces que los libraran de manos de quienes los despojaban” Jueces 2.16
Una y otra vez el Señor levantaba líderes que guiaran al Pueblo de Israel a servir al Eterno, pero una y otra vez volvían a revelarse y bajar del Monte de la Bendición ¿Qué podemos aprender nosotros? ¿Estamos instruyendo con diligencia a la siguiente generación? No hace falta decirlo, pero la siguiente generación son nuestros propios hijos. Qué el Cielo nos ayude a guiar a nuestros hijos a servir a Dios, por encima de cualquier otra consideración.
Nuestros hijos deben ser enseñados a ser fieles e idóneos, en el servicio al Eterno ¿Se nos pedirá cuentas por lo que hicimos con la siguiente generación? ¿Generaremos un buen relevo generacional o gestaremos un doloroso fracaso generacional? La pregunta solo la podemos responder cada uno de nosotros y esto en la presencia del Señor.
Los líderes tienen que dejar líderes bien formados y entrenados, en el discernimiento de la Palabra de Dios. Pongamos en esto mucha atención. El Cielo llamó a Moisés que a su vez dejó a Josué cómo líder. Josué gobernaba con Ancianos, que le sobrevivieron tiempo después de la muerte de Josué, pero cuando estos Ancianos también murieron el Pueblo de Israel se apartó del Camino. El Cielo volvió a levantar Jueces, Maestros en la Ley, pero tampoco a estos oyeron.
“El Eterno levantó jueces que los libraran de manos de quienes los despojaban; pero tampoco oyeron a sus jueces, sino que fueron tras dioses ajenos, a los cuales adoraron. Se apartaron pronto del camino en que anduvieron sus padres, que obedecían a los Mandamientos del Señor; ellos no hicieron así” Jueces 2.16–17
El Cielo siempre llamará a líderes para guiar a su Pueblo, pero tenemos que empezar a liderar en nuestra propia casa y familia tal cual hizo Josué cuando dijo: Yo y mi casa serviremos al Señor. Los verdaderos líderes están llamados a ser libertadores de su propia generación y de la que les precederá. Lo que necesitamos es tener un liderazgo que entienda, sin la menor duda, que somos responsables de liderar a líderes, que a su vez formarán generaciones de líderes, en el servicio a Dios.
El liderazgo no es un cargo para lucir, sino una carga para servir. La gran tragedia de nuestra generación es que la mayoría quieren liderar sin servir. Sin servir al Eterno, sin servir al prójimo y sin servir para liderar a nadie. El orgullo es una falsa condecoración que los verdaderos líderes del Eterno no llevan sobre su corazón. El Cielo busca líderes para servir de ejemplo a los demás con su buen hacer, esfuerzo, dedicación, perseverancia, iniciativa y la lectura diaria de la Escritura. Líderes que puedan prosperar, para que todo lo que emprendan le salga bien y para que la siguiente generación reciba el beneficio de su servicio, en el Señor.
Qué nadie se desanime pues sabemos que la experiencia de liderar incluso en el contexto familiar es duro difícil, pero a eso hemos sido llamados por el Cielo. Las dificultades están aseguradas, pero también la victoria si guardamos las Palabras de Dios, las contenidas en toda la Escritura, y las ponemos por obra. No se trata de saber sino más bien de hacer ¿Quiénes están dispuestos a liderar empezando en su propia la familia? Cuenta con nosotros, para estar a tu lado y guiarte, también con nuestro ejemplo, en la ardua responsabilidad de trasmitir la fe a la siguiente generación. Una generación de líderes dispuestos a servir al Eterno ¿Contamos contigo? Empieza a liderar compartiendo y repartiendo esta enseñanza, para que nadie diga que siempre nos quedamos con lo mejor.
Qué nadie se desanime pues sabemos que la experiencia de liderar incluso en el contexto familiar es duro difícil, pero a eso hemos sido llamados por el Cielo. Las dificultades están aseguradas, pero también la victoria si guardamos las Palabras de Dios, las contenidas en toda la Escritura, y las ponemos por obra. No se trata de saber sino más bien de hacer ¿Quiénes están dispuestos a liderar empezando en su propia la familia? Cuenta con nosotros, para estar a tu lado y guiarte, también con nuestro ejemplo, en la ardua responsabilidad de trasmitir la fe a la siguiente generación. Una generación de líderes dispuestos a servir al Eterno ¿Contamos contigo? Empieza a liderar compartiendo y repartiendo esta enseñanza, para que nadie diga que siempre nos quedamos con lo mejor.
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