La ocupación que nos hace libres


La prosperidad, que las cosas nos salgan bien, la prolongación de nuestros días, la de nuestros hijos, el equilibrio emocional, la madurez y el crecimiento espiritual dependen de nuestra relación con la Escritura y su Autor. Leer la Biblia no es una ocupación para llenar el tiempo libre, sino la ocupación que nos hace libres. 

Todos aquellos que han sido llamados por el Cielo, para servir a Dios, han sido instruidos en la lectura y obediencia a las enseñanzas de la Escritura. Nadie puede pretender servir al Señor sin leer, todos los días de su vida, el “manual” de conducta de servicio en el Reino de Dios. La costumbre de muchos, cuando adquieren un cierto producto, es no leerse el manual de uso. Un error que puede traernos grandes problemas, cuánto más si dejamos de leer la Palabra de Dios ¿Estamos conscientes de la importancia trascendente de la lectura de la Biblia? Todos aquellos que el Cielo ha levantados han sido obedientes a la lectura diaria de la Escritura.

Nunca se apartará de tu boca este Libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Josué 1.8

Todos queremos que las cosas nos salgan bien y además que prosperemos sea como sea, pero eso es inútil y carente de valor cuando no estimamos la importancia de leer la Palabra de Dios. La orden que se le dio a Josué, si es una orden lo que se le dio a Josué, es que nunca se aparte de su boca el Libro de le Ley. En otras palabras, que esté leyendo siempre y que eso sea parte de sus identidad y estilo de vida. La Biblia debe ser vocalizada, estudiada, memorizada, compartida, así como repetida, en la presencia del Señor. 

La oración que hemos llamado Padre Nuestro” o mejor dicho Dios de Nuestros Padres es una oración vocalizada y repetida que sale de la Escritura. Rezar es leer lo que está en la Escritura en ofrenda de gratitud al Señor. A Josué se le demanda que medite en lo que lee tanto día como de noche. La prosperidad no es una casualidad sino causa de una reverente obediencia a Dios en la lectura de su Palabra. Encontremos continuas referencias a la bendición que conlleva la lectura y meditación de la Biblia.  

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la Ley de Dios está su delicia y en su Ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará”
Salmo 1.1–3

La bendición nunca es casualidad sino el resultado de la obediencia a Dios. La lectura de la Biblia es la forma práctica de “encontrarnos” con bendición, en todo lo que emprendamos. Un estilo de vida que no todos están dispuestos a llevar. Lo siento por ellos sinceramente. No hay cosa más emocionante que leer la Biblia y experimentar los efectos sanadores que conlleva su lectura, vocalización, meditación, memorización, estudio, puesta en práctica y por supuesto su enseñanza ¿Queremos ser bendecidos?  Empecemos por dar estos siete pasos y nos daremos cuenta de la realidad del cambio que Dios producirá en nuestras respectivas vidas por el poder de su Palabra.


Aconsejo que leas detenidamente estos pasajes y que reflexiones las promesas de bendición que están entre sus líneas. En el siguiente párrafo Señor le da a Israel las instrucciones de cómo deber ejercer el rey autoridad ¿No somos nosotros real sacerdocio? Pues también a nosotros nos incumbe y muy mucho.

Cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta Ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas. Lo tendrá consigo y lo leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor, su Dios, guardando todas las palabras de esta Ley y estos estatutos, y poniéndolos por obra. Así no se elevará su corazón sobre sus hermanos, ni se apartará de estos Mandamientos a la derecha ni a la izquierda, a fin de que él y sus hijos prolonguen los días de su reino en medio de Israel.
Deuteronomio 17.18–20

Lo más impactante es el énfasis en que lea la Escritura todos los días de su vida ¿Todos los días de su vida? Si, todos. En este punto sería aconsejable tomar papel y lápiz e ir apuntando los efectos que se espera produzca, en el servicio de rey, la lectura de la Escritura ¿Qué se le pide específicamente que haga? ¿Qué efectos tendrá sobre su vida? ¿Le afectará demás de a él a otros? Hacer un pequeño trabajo de campo y reflexionar cuidadosamente sobre el efecto que tiene en nuestro carácter la lectura de la Biblia ¿Qué efecto tiene sobre nosotros? Acabamos con el párrafo donde Pablo le enseña a Timoteo, si fiel discípulo, la forma en la que tiene que vivir. Solo vamos a destacar la primordial que afecta a todo lo demás. Ocúpate en la lectura. 

“Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza” 1 Timoteo 4.11–13

Qué la bendición del Cielo sea derramada sobre todos aquellos que han perseverado en la lectura diaria de la Escritura este trimestre que acabamos de pasar. Al igual que dijimos al principio de esta enseñanza: Leer la Biblia no es una ocupación para llenar el tiempo libre sino la ocupación que nos hace libres ¡Shalom a todos! 

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