La Comunidad del presente ¿Para qué estamos aquí?



En los temas anteriores hemos podido ver, siempre de forma somera, el trasfondo cultural, emocional y espiritual en el cual están establecidas nuestras raíces de fe. La conocida pregunta, que todos nos hacemos en algún momento de nuestra vida, de dónde venimos queda contestada parcialmente por esos mismos estudios que estamos realizado. En este punto quisiera ser muy enfático de que no solo se trata de saber de dónde venimos, sino también la razón por la que estamos aquí y a dónde nos dirigimos. El pasado, el presente y el futuro están vinculados de forma personal, familiar y comunitaria.

Los Intereses Comunes y Comunitarios son la base del presente que nos permitirán alcanzar un futuro mejorado para nosotros, nuestros hijos, nietos y futuras generaciones. Todo proyecto de vida que no incluya a las futuras generaciones está abocado al fracaso en todos los aspectos que consideremos. La premisa bíblica es que miremos más lejos de nuestro presente. Las circunstancias pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Lo que hoy es mañana puede dejar de ser. La vista puesta solamente en el presente es una especie de miopía integral que solo ve lo que está muy cerca, pero que borrosamente atisba lo que está más lejos.

Todo intento de enfrentar el futuro sobre la base de los intereses personales siempre acaba en tragedia. Los más inconscientes son aquellos que creen que con preocuparse de ellos y su familia les es más que suficiente. Una suposición incompatible con el concepto de Comunidad que el Mesías mantuvo junto con sus discípulos.


Las comunidades judías en Israel y en la diáspora se extendieron por todo el mundo, incluso en nuestros días, por mantener firmes los Intereses Comunes y Comunitarios que nos vinculan, fortalecen y distinguen de otros grupos sociales. Con todo no se puede obligar a nadie a formar parte de aquello en lo cual no cree. La vinculación que tenemos es práctica, emocional y espiritual. El vínculo que nos une no es meramente teórico, pero no hay mayor sordera que la de aquel que oyendo a todos no escucha a nadie.

La razón por la que estamos aquí, en este momento de la historia, es básicamente para servir a Dios, pero ¿Qué es servir a Dios? Servir a Dios es buscar primeramente los Intereses del Reino de Dios, valga la redundancia, que no dejan de ser los Intereses Comunes y Comunitarios. La disposición a servir a Dios juntos garantiza nuestro presente y nuestro futuro. No se puede servir a dos autoridades. No se puede servir a dos señores. No se puede servir a dos conceptos religiosos. La fantasía de que encontraremos fuera lo que tenemos dentro de nuestra Comunidad produce desánimo, rechazo y tarde o temprano división. La familia unida permanece unida cuando está firmemente vinculada a su Comunidad. La familia unida permanece unida cuando los intereses personales están supeditados a los Intereses Comunes y Comunitarios.


La Comunidad no es un lugar físico, esto es muy importante entenderlo, sino un lugar eminentemente espiritual y emocional vinculado independientemente de la distancia geográfica que mantengamos. La Comunidad Judía de Sefarad estaba estrechamente unida con la Comunidad Judía de Jerusalén manteniendo los mismos Intereses Comunes y Comunitarios. La distancia no afecta al vínculo emocional y espiritual que mantenemos. Más lejos estaban los judíos de Israel de los judíos de Sefarad, por poner un ejemplo evidente, y se mantenían todos los vínculos intactos.

La diáspora forzosa que los sefarditas tuvieron que emprender desde Sefarad, la España de los Reyes Católicos al resto del mundo, no pudo romper los vínculos emocionales y espirituales con la ya nombrada Comunidad Judía de Sefarad. Hoy después de tantos siglos los descendientes de aquellos sefarditas, que fueron expulsados de sus casas y comunidades, mantienen ese mismo vínculo emocional y espiritual. El tiempo, la distancia y los avatares de la vida no han podido dividir a una Comunidad establecida sobre los Intereses Comunes y Comunitarios. Lo que hagamos o no hagamos hoy afectará sin la menor duda a nuestro presente y a nuestro futuro.

La Comunidad del presente y la pregunta ¿Para qué estamos aquí? Queda contestada en la medida que entendemos lo que somos y la vinculación que tenemos como Comunidad Sefardita Labranza de Dios. Todo lo demás es parte de otra historia que cada uno de nosotros estamos escribiendo y de la cual somos los únicos responsables.


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