Las bendiciones nunca vienen solas



Los creyentes, por lo general, solemos dar gracias a Dios por las muchas bendiciones que recibimos, pero se nos suele olvidar que siempre recibimos las mencionadas bendiciones por medio de alguien. En otras palabras, por medio de una persona que fue sensible a una cierta necesidad que teníamos, que fue suplida con un gesto de generosidad y sin la menor duda también con amor. La generosidad de otros nos transmitió además de lo material lo espiritual y afectivo.

El llamamiento del Cielo, a cada uno de nosotros, pasa por ser administradores de bendiciones para que otros tengan la perspectiva correcta de Dios por medio de nuestros dichos y nuestros hechos. Una persona generosa siempre está dispuesta a compartir y repartir. Una persona generosa no retendrá nada de lo que ha recibido por misericordia. 

La generosidad nos llevará a reconocer a aquellos que un día tuvieron también generosidad y empatía ayudándonos a solventar problemas que les eran ajenos ¿Estamos conscientes de que somos receptores de bendición, para compartir bendición? No podemos pretender que estamos sirviendo a Dios cuando no servimos a nuestro prójimo. El vínculo entre lo material y lo espiritual no se puede disolver, ni separar ¿En qué tenemos que servir a Dios y a los demás? La respuesta también está en el siguiente pasaje.   

Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” Luc. 4.4

El servicio a Dios y al prójimo tiene dos aspectos anteriormente expresados. Por un lado, todo lo que tiene que ver con lo material y por el otro, sin que se pueda separar, todo lo que tiene que ver con lo espiritual. Cuando Yeshua dice “que no solo de pan vivirá el hombre” está diciendo que también vive de pan, pero también de la Palabra de Dios. Lo material y lo espiritual no se pueden separar ¿Qué estamos dispuestos a compartir con los demás? El pan, muy bien, pero ¿Acaso no necesitan también la Palabra de Dios? ¿Qué somos muy espirituales y estamos dispuestos a compartir la Palabra de Dios? ¿Acaso no necesitan pan de miga y corteza? El servicio a Dios tiene que pasar ineludiblemente por servir al prójimo.


La tendencia actual entre las clases espirituales, entiéndase aquellos que se llaman creyentes, son a compartir bonitas frases, bucólicos paisajes y sobre todo pomposas imágenes de la vida cotidiana. El interés general es que otros sepan los viajes que hacen, lo que comen, la ropa que visten, las películas que ven y el cuerpo que tienen a base de excéntricos y costosos cuidados.

El culto al cuerpo, y todo lo que nos rodea, ha desplazado el servicio a los demás y por descontado el servicio a Dios. No está de moda mencionar a Dios no sea que los demás se crean que somos religiosos. Lo que importa es que me vean viajando, bañándome en idílicas playas, pernoctando en hoteles lujosos y cenando en reconocidos restaurantes. Si además de todo esto nos hacemos una foto con algún famoso el currículum de la vanidad queda completado ¿Qué estamos compartiendo en la vida? ¿Qué clase de alimento estamos compartiendo? ¿Qué clase de enseñanza estamos sembrando? ¿Qué ejemplo estamos dando? Las respuestas son fáciles de contestar. Otra cosa es que no queramos responderlas.

La vida es muy sencilla, pero nosotros nos la complicamos ¿Acaso no necesita este mundo mensajes verdaderos, claros y ejemplares? La vida está hecha de preguntas y nosotros deberíamos tener las respuestas dándolas de forma generosa. Dios siempre comparte las bendiciones del Cielo por medio de alguien que está dispuesto también a repartir bendición. Las bendiciones nunca vienen solas siempre van acompañadas de alguien, alguien que puedes ser tú, que generosamente ayuda compartiendo y repartiendo el pan con su miga y la corteza.

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