Viviendo juntos en comunidad
La vida es
sencilla cuando la vivimos compartiendo y repartiendo las muchas bendiciones
que el Cielo nos ha dado con la responsabilidad de administrarlas correctamente.
La experiencia de vivir juntos en comunidad, cada uno en su casa y todos en la
casa de Dios, es la mejor forma de dar sentido a nuestras vidas y de ayudar a otros
a alcanzar sus objetivos existenciales ¿Es fácil vivir en comunidad? Todo depende
del grado de implicación espiritual y emocional que mantengamos los unos con
los otros.
La vida en
comunidad es una forma de dependencia mutua que precisa de mucha
generosidad, buena voluntad y un elevado espíritu de sacrificio por mantener
los intereses comunes y comunitarios que compartimos. En términos generales la convivencia
sea a nivel social o familiar requiere de un alto grado de compromiso con los
ideales del resto de personas que componen una particular comunidad de mutuos
intereses.
Una familia
por ejemplo no deja de ser una pequeña comunidad que mantiene unos intereses
comunes concretos y particulares. De la misma manera una comunidad, grande o
pequeña, no deja de ser lo mismo que una familia. La familia es una comunidad
pequeña y la comunidad es una familia más grande. En ambos casos necesitamos mantener
unos criterios claros y unos intereses comunes para salvaguardar la mencionada
familia o comunidad.
El respeto
mutuo es la base de toda convivencia. Un respeto que debe extenderse a
todos los niveles de relación, ayuda, compromiso, esfuerzo, administración,
visión compartida, cargas de responsabilidad y liderazgo en general. Las personas
respetuosas consigo mismas suelen ser respetuosas con los demás. La dificultad suele
venir por la falta de comprensión del concepto respeto ¿Qué entendemos por
respeto? Aunque solemos tener ideas diferentes de lo que significa respetar a
otros la mayoría entenderá que el respeto es una forma de atención y
consideración a los demás. La Escritura define el respeto mutuo como el sometimiento
de los unos a los otros con la inestimable base del temor de Dios.
Los que
temen a Dios y guardan sus Mandamientos entenderán el significado del sometimiento
mutuo. La vida en comunidad está determinada por el nivel de sometimiento
mutuo con el que nos relacionamos los unos con los otros y esto siempre bajo el
temor de Dios. Someteos unos a otros en el temor de Dios (Ef. 5.21). Los
lideres no pueden ejercer la autoridad sin aprender lo que significa el respeto
y el sometimiento mutuo.
Los padres, como
líderes responsables de sus hijos, se ganan el respeto sin imponerlo. El buen ejemplo
de los padres es la mejor manera de ganarse el respeto de los hijos. Un padre
que maltrata a su esposa nunca podrá ganarse el verdadero respeto de sus hijos.
El respeto es una elevada forma de reconocimiento que los hijos ofrecen a sus
progenitores cuando estos, el padre y la madre, son respetuosos entre ellos
mismos y con el resto de la familia. La única forma de que un padre o una madre
puedan ser respetados y respetables es que primeramente ellos den ejemplo
fidedigno de que se aman, respetan y cuidan. Un padre o una madre no puede
exigir a los hijos que les respete cuando ellos no se respetan mutuamente.
En
todo caso el respeto no se puede imponer. Cuando el respecto de trata de
imponer por lo general se convierte en miedo. Un miedo que no producirá buenos
frutos.
La familia
es por tanto la primera comunidad en que Dios nos pone para aprender a vivir
juntos. Lo primero que Dios ha hecho con el ser humano es enseñarle a vivir en una
comunidad de una familia o de muchas familias. La base por excelencia para
poder vivir en familia es un genuino amor el cual permite que mantengamos
el respetuoso sometimiento mutuo y la irreemplazable responsabilidad
compartida. Todo lo demás nos será añadido sin la menor duda.
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