Aprendiendo a hablar para ser libres

La forma de comunicación que aprendemos por excelencia es el habla, aunque ciertamente no es la única manera de comunicarnos. La comunicación no verbal es otro medio de expresión menos audible y más gestual que empleamos de forma cotidiana. En la práctica comunicarnos nos hace más libres, pero ¿Tenemos que aprender a hablar para ser realmente libres?


La comunicación forma parte de una fase de madurez que se desarrolla en la medida que vamos creciendo. La comunicación no es solo una cuestión de sonidos audibles que forman unas ciertas ideas. La comunicación tiene que ver con el carácter, la decisión y los principios que mantenemos. Todo proceso de comunicación es tendente a lograr un cierto interés entre el emisor y el receptor.

En el proceso de comunicación lo primero que deberíamos tener en cuenta es lo que pretendemos decir. La forma de comunicarnos puede ser variada, pero lo que decimos determina el resultado de la comunicación. En el proceso comunicativo el énfasis, la entonación que damos a las palabras o la actitud que tenemos determinará el éxito o el fracaso de lo que queramos compartir.

Las personas afables, cariñosas y comprensivas comunican mucho mejor que las personas agresivas, orgullosas e intransigentes con los demás. Si queremos comunicar algo tenemos que pensar lo que decimos y cómo lo decimos. Una actitud prepotente impide el proceso comunicativo. Los gritos o las expresiones amenazantes catalizan, de forma radical, toda comunicación.

El lenguaje no verbal es en muchos casos más comunicativo que las mismas palabras que empleamos. Una persona hablando con los brazos cruzados, lenguaje no verbal, está diciendo innumerables y distintas cosas que van desde el rechazo a la falta de interés, en lo que dicen los demás. El lenguaje no verbal se genera en el subconsciente siendo en la mayoría de los casos una expresión involuntaria. Sin entrar más en el lenguaje no verbal deberíamos pensar en lo que decimos, en el tono que empleamos y en la postura que adoptamos frente a la persona con la cual nos comunicamos.

La comunicación más efectiva se basa en dos sencillas palabras, a saber, sí o no. Los que no saben decir sí o no, dependiendo del caso, están expuestos a la manipulación de los demás. Una manipulación que puede llevar hasta a la moderna esclavitud, por muy disfrazada que esté de actividad laboral. Una persona formada y madura sabe emplear apropiadamente la aceptación o la negación como base del proceso comunicativo.

Pero sea vuestro hablar: “Sí, sí” o “No, no”, porque lo que es más de esto, de mal procede (Mt.5.37)

Por un momento imaginemos lo que pensaría una novia si a la pregunta que se le hiciera al novio de “amarás y cuidarás a tu esposa para siempre” contestara “más o menos” ¿Qué esperamos que nos respondan a las preguntas que realizamos? Por lo general todos solemos esperar claridad en la respuesta y solo si o no nos dejará satisfechos y seguros.

La expresión "más o menos", entre otras, cuando se nos hace una pregunta, o cuando preguntamos, es la forma más ambigua e inexacta de hablar que rompe todo proceso de confianza del uno con el otro. La forma de expresarnos diciendo “más o menos” deja perplejos a quienes precisan una respuesta exacta, a un cierto cuestionamiento.

La forma de hablar que adoptamos nos liberará o nos esclavizará. Los que no saben decir sí o no cuando deben decir sí o no se hacen así mismos esclavos, por su propia respuesta. En el proceso de comunicación, que el Cielo nos ha otorgado, tenemos que aprender a hablar para ser libres y para liberar a otros. Toda respuesta que no sea sí o no procede del mal, de la ambigüedad, de la falta de sinceridad genuina con los demás y con nosotros mismos. Nos esclavizamos a muchas cosas cuando no sabemos, o no queremos, decir sí o no.

Comentarios

  1. Cierta esta enseñanza, debemos de ser claros con nuestras respuestas.

    Gracias por tu trabajo y dedicación.

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