¿Cómo sanar al mundo de la pandemia del antisemitismo? Primera parte

La primera lección que deberíamos aprender en la vida es saber que estamos aquí con un propósito que implica reparar el mundo y además saber cómo hacerlo.

Los conceptos Hasbará y Tikun olam son básicamente inseparables en su forma y en su fondo. No podemos reparar lo que no conocemos, apreciamos o amamos por eso para cambiar el mundo hay que explicar cómo hacerlo. Algo importante de señalar es que para cambiar el mundo hay que estar comprometidos con el Cielo a cambiar primeramente nosotros mismos y hacerlo a nivel personal, familiar y comunitario.

Tikun olam nos habla de reparar el mundo y Hasbará de cómo hacerlo, pero de una forma coordinada que supone considerar el bien común por el cual debemos trabajar de forma conjunta. En ambos casos es preciso entender que la clave radica en saber cuál es el propósito de la vida y sus consecuencias. Los que están concienciados de que están aquí para algo más que sencillamente vivir tendrán más aspiraciones personales que además implican a un mayor círculo de relación. No estamos aquí para reparar solamente nuestra casa; estamos aquí para reparar el mundo. Puede que suene muy grande o parezca una labor titánica, pero las dificultades no pueden ser las primeras consideraciones antes de emprender algo.

El mundo en general está mal, en algunos casos muy mal, pero sigue moviéndose con la inercia que tienen los seres humanos por alcanzar metas, logros personales, familiares y comunitarios. Todos somos parte de algo y de alguien. No nacemos por generación espontánea, sino que somos fruto de una relación personal entre dos seres que teóricamente se amaron. No somos fruto de la casualidad, sino de la causalidad que siempre implica propósitos superiores al mero hecho de reproducirnos, vivir y morir.

Las preguntas de cómo cambiar el mundo, Tikun olam, son aquellas que nos la proporciona Hasbará con sus razonamientos explicativos y esclarecedores entresacados de la Escritura 

Unos razonamientos que brotan directamente de la Escritura. Los que solo consideran la experiencia personal como fuente de aprendizaje obvian las enseñanzas con la que nos instruye la Escritura. Sin la luminosa explicación que la Escritura conlleva no podríamos cambiar nosotros y mucho menos pretender cambiar el mundo.

La Escritura es la fuente luminosa que quita la sed espiritual que nos motiva a seguir adelante y que nos explica como cambiar nosotros. Sin este cambio personal el pretender cambiar el mundo es un mero juego orgulloso que solo pretende llamar la atención o conseguir algún fin que por lo general tiene que ver con todo lo material y muy poco con lo espiritual. No podemos cambiar el mundo sin una visión renovada que viene de exponernos a las enseñanzas que fueron dadas a la humanidad, por medio del Pueblo Hebreo, en el Monte Sinaí. Los Mandamientos no son opcionales son devocionales que implican nuestra más honesta disposición a la obediencia a Dios.

En el mundo que nos rodea el estudio de la Escritura se ha postergado a un lugar indeterminado en donde lo que importa es parecer buenos y espirituales, aunque no seamos ni lo uno ni lo otro. A pesar de esta actitud “condición que supone una desventaja que dificulta la realización o consecución de algo” siempre tenemos la posibilidad de cambiar, mejorar y realizar la función para la cual fuimos creados. En todo momento podemos y debemos cambiar todo lo negativo que forma parte de nuestra vida y empezar una nueva forma de vivir por medio de la verdad de la Escritura, la interpretación correcta o Hasbará y por un decidido esfuerzo por ayudar a sanar el mundo o Tikun olam.

Comentarios