Cuando convertimos el precepto de ayunar en un pretexto para destacar
La vida está llena de pretextos, pero el más peligroso es aquel que pretende sustituir a un precepto establecido por el Cielo.
El tiempo que va desde Rosh Hashaná hasta Yom Kipur, conocido como los días terribles, nos dan la oportunidad de practicar los preceptos establecidos por el Cielo. En muchos casos los preceptos se solapan con pretextos que supuestamente nos justifican ante Dios y los hombres. En muchos casos nos conformamos con establecer un pretexto relacionado con un cierto precepto y así sentirnos justificados o justos que es peor aún. La obediencia no se puede sustituir por un acto simbólico que aparente ser una forma de la mencionada obediencia.
En este caso hablamos del precepto de Yom Kipur de ayunar,
pero sin convertir el ayuno en un pretexto con el cual nos creemos perdonados
por practicar un ayuno ritual. El ayuno no es un sacrificio por el cual somos
perdonados. No es un trámite religioso que nos hace mejores que los demás. El
ayuno de Yom Kipur es un acto de reflexión interna que nos prepara para vernos
como en realidad somos y no tanto como quisiéramos ser. La sustitución de un
precepto por un pretexto de apariencia místico-religiosa no nos hace mejores,
sino en realidad nos hace peores al creernos superiores moral y religiosamente
que otros ¿Para qué ayunamos? Las motivaciones pueden ser un pretexto para
tratar de justificarnos a nosotros mismos ante la presencia de Dios. Qué terrible
motivación.
Dicen: “¿Por qué ayunamos y no hiciste caso, humillamos
nuestras almas y no te diste por entendido?”. He aquí que en el día de vuestro
ayuno buscáis vuestro propio interés y oprimís a todos vuestros trabajadores. (Isaías
58:3)
El ayuno que algunos hacen está más enfocado en auto justificarse
pretendiendo tener razón en una cierta disputa sea del asunto que sea. Por lo
general suelen ser asuntos de supuesta espiritualidad. Muchas contiendas y
debates son un enfrentamiento de egos opuestos que pretenden demostrar su
verdad ante una cierta causa. Los que ayunan para demostrar que tienen razón ya
la han perdido. Los que no ayunan por creer que tenían razón y no fueron
escuchados nunca serán escuchados por Dios. Ayunar o no ayunar no es el
problema es la actitud con la que ayunamos o no ayunamos. Los intereses propios
o personales pueden ser el mayor y más grave impedimento para ser escuchado por
Dios. En lo Alto no se escucha a los que solo se escuchan a ellos mismos y no
consideran las enseñanzas recibidas durante muchos años.
“He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para
herir con el puño inicuamente; no ayunéis como lo hacéis hoy, para que vuestra
voz sea oída en lo alto” Isaías 58:4
El ayuno, en términos generales, establecido por el Cielo
tiene muchas más connotaciones que el mero hecho de abstenerse de la ingesta de
alimentos y agua por un cierto periodo de tiempo. La jactancia de algunos de pensar
que son superiores ética, moral y religiosamente que los demás por ayunar es la
mayor decadencia espiritual en la que podemos caer. No ayunamos para creernos
mejores que otros, sino para tomar conciencia de que todos estamos igualmente
alejados de Dios. Los que se creen más cerca del Creador por el hecho de ayunar
suelen ser los que están a una mayor distancia de guardar los Mandamientos, Leyes
y Preceptos establecidos por el Cielo.
"Los intereses propios o personales pueden ser el mayor y más grave impedimento para ser escuchado por Dios"
La superioridad religiosa no es un concepto que exista en la
Escritura al cual debamos aspirar. El llamamiento que tenemos va en dirección
contraria a la mencionada superioridad siendo la sincera humildad la base de
todo crecimiento espiritual. Los que oran o rezan en silencio están más
adelantados espiritualmente que los que oran para ser vistos por los demás. Sin
la menor duda.
El Cielo no llama a gentes que se creen superiores a otros sino
todo lo contrario. El Cielo está buscando personas sensibles a las necesidades
del prójimo y dispuestos a servir humildemente a los demás. El ayuno nos
prepara emocional y espiritualmente para identificarnos con los que sufren,
padecen o son perseguidos por su fe en Dios. El ayuno nos sitúa en la misma
línea de salida que los demás en la carrera de la vida sin que ello signifique
superioridad alguna al resto de los corredores. Todos vamos en la misma
dirección cuando nacemos, pero según crecemos vamos tomando atajos que nos
desvían del buen camino.
Una buena reflexión interna en solitario tiene una mayor fuerza
espiritual que un largo ayuno exteriorizado ante muchos ¿Estamos diciendo que
no hay que ayunar? De ninguna manera. Hay que ayunar, pero no creernos mejores
a los demás por el hecho de ayunar valga la redundancia. La mística religiosa es
una pandemia muy dañina que nos hace creernos superiores y más espirituales que
otros. La verdadera espiritualidad y el complejo de superioridad son
antagónicos se mire cómo se mire y se mida cómo se mida.
El próximo ayuno que empecemos debe servirnos para servir a
otros. Todo aquel que ayune con la pretensión de ser justificado, perdonado o ser
percibido por los demás como una especie de santo se convierte automáticamente en
déspota con apariencia religiosa inservible para servirá Dios y a los hombres.
El llamamiento para ayunar siempre está relacionado con servir a otros más que con servirnos a nosotros mismos.
Un concepto que debe
ser entendido y evaluado antes de empezar un ayuno bajo el precepto que el
Cielo establece. El ayuno no es un sacrificio para agradar a Dios como algunos lo
entienden. El ayuno establecido por el Cielo es un precepto en toda regla que nos
hace receptivos a la voz de Dios y a las necesidades de los demás. Los que se
quejan de que ayunaron y Dios no los escuchó son más de los que podamos pensar.
En la Escritura tenemos enseñanzas muy claras al respecto.
¿Es este el ayuno que yo escogí: que de día aflija el
hombre su alma, que incline su cabeza como un junco y haga cama de telas
ásperas y de ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno y día agradable al Señor? El ayuno
que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las
cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? ¿No
es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues
en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu
hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en
seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria del Señor será tu
retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Dios; clamarás, y dirá él: “¡Heme
aquí! Si quitas de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar
vanidad, si das tu pan al hambriento y sacias al alma afligida, en las
tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad será como el mediodía”. El Señor te
pastoreará siempre, en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos.
Serás como un huerto de riego, como un manantial de aguas, cuyas aguas nunca se
agotan. Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación
y generación levantarás, y serás llamado “reparador de portillos”, “restaurador
de viviendas en ruinas”. (Isaías
58:5.12)
El ayuno de Yom Kipur es una expresión de duelo por estar conscientes
de que estamos enfermos espiritualmente y alejados de los preceptos que Dios ha
establecido para nuestro bien. El ayuno es una confesión interna de que estamos
alejados de la realidad espiritual que el Cielo tiene preparada para todos
aquellos que buscan la Verdad de la vida. Algunos lamentablemente viven engañados
por mentiras que se entremezclan con algunas verdades. El ayuno es una forma de
desintoxicación espiritual para aquellos que se confiesan pecadores, incoherentes
e inactivos en el servicio a Dios. Para entender en profundidad lo que
significa ayunar tenemos que seguir leyendo en el libro de Isaías en particular
y la Escritura en general.
«¡Clama a voz en cuello, no te detengas, alza tu voz como
una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado! Ellos
me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiera hecho
justicia y que no hubiera dejado el derecho de su Dios. Me piden justos juicios
y quieren acercarse a Dios. (Isaías 58:1–2)
En Yom Kipur ayunamos con la fe puesta en ser perdonados,
pero examinando detenidamente las intenciones que tenemos no sea que
convirtamos el precepto de ayunar en un pretexto que nos haga sentir mejor que
los demás. Cuando convertimos un precepto en un pretexto nos exponemos a ser
juzgados bajo las premisas establecidas por el Cielo. Hazlo saber.
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