No hay nada de misticismo en Januca la Fiesta de la Luz

En la festividad de Januca que estamos celebrando no hay misticismo, ni místicos que se le parezca o se les pueda asemejar ¿Qué hay en Januca?

La mística se describe en el diccionario como una expresión literaria de la experiencia de lo divino, pero cada vez que nos adentramos más en estas y otras definiciones se nos antojan más esotéricas y oscuras. Los místicos dicen tener experiencias con lo divino; que no es otra cosa que cuestiones ocultas que supuestamente no han sido reveladas a otros. Los místicos son una especie de seres exclusivos y excluyentes que mantienen una oscura relación con lo que definen como divinidad ¿Acaso el Cielo ha creado la mística como instrumento incorpóreo de comunicación con los hombres? Nada más lejos de la realidad.

En Januca no hay místicos sino hombres y mujeres que se enfrentaron con poderes ocultos representados por los griegos y su sistema místico religioso esotérico con el cual pretendían dominar al mundo entero. El misticismo griego, occidental u oriental, era y sigue siendo una forma de dominio mental, emocional y espiritual con pretensiones universales de control disfrazado de conocimiento y deslumbrante luminosidad esotérica. Todo misticismo basado en filosofías empíricas, sean de la rama que sean, son oscuramente esotéricas y absolutamente contaminantes con evidentes tintes nigrománticos.

La historia de Januca es todo lo contrario al misticismo cabalístico, numerológico o misticismo cristiano. En la práctica Januca es también un enfrentamiento con cuantos personajes hacen una lectura mística de los hechos acontecidos en Israel y protagonizados por un puñado de hombres que se enfrentaron valientemente al otrora poderoso ejército griego que se creía invencible.

La estrategia era helenizar a los judíos con la perversa generosidad de que podrían alcanzar el misticismo griego con toda su corte de espíritus ancestrales o musas inspiradoras de las artes y el conocimiento. La vieja tentación del Jardín del Edén que se sigue repitiendo en todas las épocas induciendo a los hombres a creer que alcanzarán un conocimiento místico que iluminará sus vidas y les hará libres de toda atadura divina y humana.

La religiosidad pura de la familia Macabea no sucumbió al misticismo enfrentándose con valerosa fe a las huestes de griegos y asimilados que habían renegado del Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. El Templo de Jerusalén había sido contaminado con místicas divinidades que se habían levantado en forma de estatuas en el recinto sagrado y con sus correspondientes sacrificios paganos. El resultado por casi todos conocido es que después de tres años de lucha contra los griegos, capitaneados por la familia Macabea, los místicos griegos y su corte de asimilados fueron derrotados y el Templo de Jerusalén fue de nuevo dedicado a la honra del Creador.

"Los que tienen miedo a decir la verdad están traicionando la confianza que el Creador puso en ellos"

La mística griega no pudo subyugar a un pueblo que consultaba a su Creador en lugar de consultar a los espíritus de los muertos como hacían los griegos y sus comparsas asimilados ¿Acaso no es de dominio público que los griegos consultaban al oráculo? El mencionado oráculo era la respuesta dada por un ser divinizado, en el oscuro más allá, a una pregunta que por lo general estaba relacionada con el futuro. La mística esotérica de consulta a los muertos, por muy supuestamente divinos que fueren no pudo dominar a cuantos tenían la Ley Escrita, también con mayúsculas, grabada en su corazón. No, definitivamente no hay nada de misticismo en Januca solo valor y fe en la Escritura que no tiene absolutamente nada que ver con filosofía, misticismo o con sus acólitos asimilados.

“Si os dicen: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando”, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la Ley y al testimonio! Si no dicen conforme a esto, es porque no les ha amanecido” Isaías 8:19-20

La luz no se esconde en cavernas oscuras, frías y solitarias para reflejar su natural influencia en el mantenimiento de la vida. La luz expande la vida y sin la luz solo hay muerte y degradación aquella que es inducida y que corresponde a la mística más esotérica que podamos imaginar. La mística está estructurada como un sistema oculto de conocimiento que se entremezcla con humanismo filosófico, religión impura con todas sus ramificaciones y esoterismo nigromántico.

La mística es esencialmente nigromancia, dicho de otra manera, relación con supuestos espíritus de muertos divinizados que revelan conocimientos ocultos que solo ellos han alcanzado al pasar a otro estado de vida después de la muerte.

La mentira más oscura de todos los tiempos es hacernos creer que la luz es oscuridad y que la oscuridad es luz. En otras palabras, que la oscura mística es la luz y que la Luz del rostro del Creador reflejado en nosotros es oscuridad ¿Cuál es la bendición por excelencia en la Escritura? Aquella que está directamente relacionada con el Cielo y que reza de la siguiente manera, “bendecido el pueblo que sabe aclamarte; andará, Señor, a la luz de tu rostro”. La luz del Creador nos bendice mientras que la mística, por muy luminosa que quiera parecer, solo trae el Juicio de lo Alto con mayúsculas.

El místico pretende ser un inaccesible mediador esotérico, en términos más objetivos un ocultista, entre el Creador y su creación. No hay misticismo, ocultismo o esoterismo en las acciones del Creador solo una exclusiva luz directa que se refleja, o no se refleja, en nuestros respectivos rostros.

La mística pretende ser el único espejo que refleja la luz del rostro del Creador en nosotros ¿Acaso necesitamos un espejo para recibir los rayos del sol? Los rayos que inciden en un espejo y que se reflectan en nuestro cuerpo solo producen terribles quemaduras. De igual forma la mística produce terribles y mortales quemaduras en el alma de los incautos que se aventuran en sus esotéricas y oscuras cavernas. Solo la luz del Creador reflejada directamente en nuestro rostro, sin místico espejo que la proyecte, nos transforma a la imagen y semejanza de Aquel por el cual fuimos creados.

No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, el Señor. Levítico 19.18

La mente orgullosa del ser humano se cree superior a todo cuanto le rodea y se envanece. La mente puede que no tenga límites, pero nosotros sí. Nunca pensemos que somos superiores a los demás. Los agentes que pueden impedir la madurez espiritual a la que todos deberíamos llegar es la mística orgullosa teñida de cuestionable humildad.

Lo peor que nos puede pasar es tener miedo a decir la verdad que en la práctica es más peligroso que tener miedo a mentir. Los que tienen miedo a decir la verdad están traicionando la confianza que el Creador puso en ellos. Los que tienen miedo a mentir en realidad a lo que tienen miedo es a las consecuencias de ser descubiertos, pero no a mentir.

La familia Macabea, establecida sobre la roca de la verdad, se enfrentó a la mística de los griegos generando una épica batalla entre la luz y las tinieblas. Un enfrentamiento que no ha concluido y que precisa de cada uno de nosotros esfuerzo, valor y fe basado en la Escritura tal cual le fue enseñado generaciones atrás a Josué. La Ley de Dios es inmutable, intemporal e invencible.

“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, cuidando de obrar conforme a toda la Ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas” Josué 1.7-9

La mística son residuos seudo espirituales que pretenden contaminar la Religión Pura cuya sólida e inmutable base es amar a Dios, amar su Ley y amar al prójimo. Todo lo demás que añadamos de nuestro propio costal es mística, sea de la rama que sea, que nada tiene que ver con la fe verdadera que el Creador estableció para nuestra bendición. No, definitivamente no hay nada de misticismo en Januca.

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