¿Cómo quitamos el asedio al que estamos sometidos?

El diccionario se define asediar como cercar un lugar para conseguir su rendición o acosar a alguien para que también se rinda a ciertas pretensiones.

Por todos los lados somos asediados o acosados para que rindamos nuestra voluntad y hagamos aquello otros pretenden ¿Cómo quitamos el asedio al que estamos sometidos? Analicemos dos planos en los que siempre intentarán someternos. Por un lado, en el plano emocional con la vieja pretensión, ya mencionada, de que cedamos a los deseos de otros.

En el plano espiritual el asedio más insistente al cual estamos sometidos es que hagamos lo malo y digamos que es bueno. Cuando no diferenciamos lo malo de lo bueno llamando bueno a lo malo y malo a lo bueno es hora de pararnos y hacer una profunda reflexión. La confusión espiritual es tan peligrosa como la inacción. Nos creemos buenos por el hecho de que pensamos que no hacemos nada malo, pero en realidad no hacer nada bueno es tan malo como hacer lo que está mal. Confusión pura confusión que nos mantienen asediados por todos los lados.

Las justificaciones para hacer lo que está mal son infinitas. Unas justificaciones que tratan de hacernos creer que tenemos razón en hacer aquello que consideramos oportuno ante una cierta situación. Todos o la mayoría pensamos que tenemos derechos y que tenemos que defenderlos con toda vehemencia, pero no consideramos que tengamos obligaciones que también deberíamos defender con la misma vehemencia.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” Heb.12.1

El asedio emocional y espiritual están totalmente vinculados ya que las emociones son la mayoría de las veces las que dictan nuestros dichos, hechos y decisiones. Las reacciones que tenemos ante una decisión moral, ética y espiritual dependen de la razón que creamos tener. Cuando pensamos que tenemos razón en un cierto asunto o disputa de carácter familiar, comunitario o profesional perdemos las buenas formas. La mayoría de las veces tomamos una decisión sin tener en cuenta lo que decimos creer, dentro del universo espiritual, cediendo a los sentimientos que nos dicen que tenemos razón para hacer algo que es subjetivamente malo, pero que justificamos por el mencionado hecho de creernos en la posesión de la razón.

Las divisiones y rupturas que se producen son consecuencia de que una de las partes cree tener la razón para romper la relación establecida en su matrimonio, en la relación espiritual con su comunidad y dentro del plano laboral en su relación con la empresa en la que trabaja. 

"El divorcio emocional con todo y con todos es un asedio que enfrentamos en muchas situaciones de la vida" 

Las emociones son más fuertes que la espiritualidad por el hecho de que una mayoría piensa que de una relación espiritual comunitaria se saca menos que de una relación laboral en una cierta empresa. Por lo general creemos que quién nos sustenta es el empleador, entiéndase la empresa en la que trabajamos, sin pensar en los beneficios de todo tipo que conlleva una relación equilibrada espiritual con la comunidad de fe en la cual nos desarrollamos junto con el resto de nuestra familia. El valor de lo que somos lo establece el Creador y no nuestras propias conclusiones o decisiones.

El primer asedio constante al que estamos sometidos es a romper la relación en el contexto de la familia sea con la esposa o el esposo. Lo primero que nos viene a la mente cuando tenemos un problema es huir, marcharnos lejos y cortar la relación de mutuo compromiso establecida en el momento que decidimos unirnos en matrimonio estableciendo una familia con todo lo que ello implica. Cuando rompemos una relación establecida en base a nobles compromisos de amor mutuo estamos pecando por defraudar la confianza que alguien había puesto en nosotros. Toda forma de fraude moral, espiritual o material es pecado y precisa restitución.

“Restituirá lo que haya defraudado de las cosas santas, añadirá a ello la quinta parte, y lo dará al sacerdote. Luego el sacerdote hará expiación por él con el carnero del sacrificio por el pecado, y será perdonado” Lev.5.16

Las cosas santas son aquellas que son apartadas para servir a Dios por tanto la pregunta es obvia ¿Defraudamos a Dios cuándo rompemos una relación santa establecida por el Cielo? No solo defraudamos a Dios sino a los hombres entiéndase a la familia o a la comunidad. El matrimonio, la familia o el conjunto de familias que forman una comunidad es algo considerado santo que ha sido diseñado por el Cielo para el servicio a Dios y al prójimo. Toda promesa incumplida es un fraude emocional y espiritual que será considerado pecado en el sentido más amplio de la palabra.

El asedio al que estamos sometidos tanto emocional como espiritualmente hace que desechemos las promesas que un día hicimos y tomemos inadecuadas decisiones que son tendentes a dividir la familia o la comunidad en la cual convivimos. Cada vez que sientas que tienes razón y pretendas tomar una decisión que implique la ruptura de relaciones, a nivel familiar o comunitario, piensa también en las implicaciones éticas, morales y espirituales que conllevan. El pecado es ceder a las pretensiones del mal, que siempre son dividir, para hacer o decidir lo que no deberíamos en ninguna circunstancia. 

"La vida es muy corta como para malgastarla en la toma de malas decisiones por mucha razón o razones que creamos tener" 

El Cielo nos injertó en una familia para que demos buenos frutos que implican la toma de buenas decisiones por el bien común de todos. Una familia que a su vez fue injertada en una comunidad de fe, con otras familias, con objetivos nobles puestos para alcanzarlos nosotros y nuestros hijos. Toda división es una rendición a los principios que el Cielo ha establecido para nuestro bien.

“Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre” Mat.19.6

En la Escritura se hace referencia al pecado en 404 ocasiones lo cual indica la influencia que tiene en nuestro diario vivir. Por todos los lados y en todo momento estamos asediados para rendirnos ante una u otra mala decisión que es pecado o que acabará con el tiempo siendo pecado. Todas las malas decisiones son pecado y todos los pecados son frutos de malas decisiones. 

Con todo el pecado es tanto lo malo que decidimos hacer como lo bueno que decidimos no hacer. Al final el pecado es el resultado de una mala decisión influidos por un constante asedio del mal ante quien nos rendimos. El ser humano es una “máquina de malas decisiones” que se alimentan de nuestros sentidos y sentimientos que también están vinculados entre sí como ya venimos anotando.

Los ojos altivos, el corazón orgulloso y el pensamiento de los malvados, todo es pecado. Prov.21.4

El asedio al que estamos sometidos tiene las puertas abiertas a nuestra vida por seguir manteniendo sentimientos de altivez, orgullo y pensamientos malvados que son la base de nuestras malas decisiones ¿Cómo quitamos el asedio al que estamos sometidos? El asedio decrece en la medida que crecemos espiritualmente fortaleciendo los vínculos familiares y comunitarios en el servicio a Dios y al prójimo. 

"Hoy es un buen día para que nos autoevaluemos y valoremos la familia, esposa, esposo, hijos, nietos o abuelos"

Todas las buenas decisiones son las tendentes a reforzar los vínculos emocionales y espirituales que nos unen y distinguen. Si el pecado te asedia ponte más serio con Dios, tu familia y tu comunidad y resiste toda presión a dejar de hacer lo que es bueno entonces el mal huirá de nosotros. 

Resumiendo, esta serie Universo Emocional y Espiritual. Primero, para empezar a quitar el peso emocional que nos deprime es tener buenos consejeros y consejos que salen exclusivamente de la Palabra de Dios. Segundo, para quitamos el asedio al que estamos sometidos es ponernos más serio con Dios, nuestra familia y con nuestra comunidad. En el próximo capítulo trataremos de ¿Cómo vencer la impaciencia en la carrera de la vida?


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