Libéranos Pesaj

Cada año el mismo conflicto interior se reabre en nuestra mente y corazón, cuando llega la Festividad de Pesaj, palabra hebrea que han traducido sin sentido alguno por Pascua.

Cada año sufrimos las mismas presiones por no hacer lo que el “común de las gentes” hace por estas fechas. La Pascua Cristiana, coincide casi este año 2015, con la celebración de Pesaj, lo que agudiza un sentido de afirmación en nosotros como discípulos del Mesías, de celebrar y vivir Pesaj, bajo los parámetros del Reino de Dios. Todas las imágenes en televisión, los artículos en los periódicos, actos oficiales de los políticos y las consabidas Procesiones Católicas, dejan ver lo alejado que este mundo está de la realidad espiritual reflejada en la Biblia. Hoy también necesitamos clamar a Dios, libéranos.

Pesaj es la Festividad de la Liberación, donde el Pueblo de Dios Israel fue sacado de la esclavitud por la intervención directa de Dios. Las naciones y los pueblos de nuestra época, siguen en la esclavitud y la opresión de los pocos sobre los muchos. La esclavitud donde los poderosos reinan sobre los débiles. Nada ha cambiado en estos miles de años que nos separan desde la liberación de Egipto, hasta nuestros días. El hombre sigue esclavizando al hombre, aunque ahora se llame a los esclavos “trabajadores por cuenta ajena”. El más débil es aplastado por el más fuerte y el aplastado, aplasta a su vez a otro más pequeño. La fortaleza y la debilidad no son un monopolio de los ricos y de los pobres. Los opresores pueden ser ricos o pobres, no es una cuestión de clases sociales, más bien de clases de corazón.


El corazón del hombre no ha cambiado, sigue siendo engañoso y perverso, independientemente de su “casta” de su nivel económico o intelectual. El conocimiento o la cultura no son sinónimos de calidad y calidez espiritual. Los más terroríficos y bárbaros actos contra la humanidad y particularmente contra el Pueblo de Dios Israel, se han cometido por los que se consideraban los más cultos e inteligentes de la Vieja Europa. Todos los hombres somos pecadores, pero no todos somos asesinos de inocentes. La crueldad con la que se continúa asesinando a judíos en este mundo de nuestros días, no dista nada de los que el Nazismo hizo en su momento. La única diferencia son las cantidades de asesinados, el periodo de tiempo en que se realizaron y la forma masiva, en que se produjeron. Estos últimos años hemos presenciado la muerte de mujeres, ancianos, hombres y niños judíos, asesinados de un tiro en la cabeza, o degollados en sus propias cunas en sus casas. Otros asesinados cuando viajaban en coche con sus padres dentro de su propio país Israel. El “Holocausto” no ha terminado, sigue a modo de mortal onda expansiva, que continúa dejando un reguero de sangre y muerte a su paso. Hoy también necesitamos clamar a Dios, libéranos.

Al hombre se le asesina con la violencia sobre su cuerpo y con la violencia sobre su alma y mente. Muchos son asesinados y conducidos a las “cámaras de gas” del infierno por haber sido envenenados con ponzoñosos brebajes, contra Dios y Su Pueblo Israel. Cada vez que un pueblo como el nuestro se desvía de la verdad, está siendo conducido a la muerte eterna. La Pascua que pretenden celebrar los llamados cristianos, no tiene relación alguna con la verdad del Reino de Dios. Lejos de ayudar a encontrar la verdad revelada por el Mesías, conduce al perverso y espaciosos camino de la perdición eterna. La “Semana Santa” está dejando un reguero de sangre mortal, de todos aquellos que creen en hacer sacrificios, que les justifiquen delante de Dios. 

No buscan salvarse y tener vida eterna, esto sería un pensamiento demasiado profundo en un pueblo al que se le ha ocultado la verdad, por siglos. Los hombres de hoy, buscan tener salud, poseer dinero, pagar la hipoteca, vivir mejor y dejar de trabajar para siempre. Con la crisis económica, los sacrificios se han ido moderando y orientando, hacia la vida laboral, más que a la vida espiritual. Lo que se pide hoy es poder trabajar siempre o ser funcionario, que son sinónimos de estabilidad laboral. El concepto de salvación no entra en los cálculos del hombre de nuestros días, por lo menos en el de la mayoría. Un hombre que está esclavizado y sometido espiritualmente bajo falsos supuestos de aparente y falsa religiosidad. Hoy también necesitamos clamar a Dios, libéranos.


Un día “tarde o temprano” como canta Johnny Cash, Dios parará a todos aquellos responsables de la muerte selectiva de millones de seres humanos, condenados y llevados al matadero por falsos dirigentes religiosos. Dios nos pedirá cuentas algún día y nos parará los pies. La sangre vertida en la tierra clama en el cielo justicia y Dios no se tardará en concederla. Aquellos que confiamos en el amor y en justicia de Dios, debemos llenar la copa que está en el Trono Celestial, clamando justicia y liberación.

Pesaj es liberación y si en algún momento de la historia del hombre ha sido esclavizado, hoy es uno de los peores y más sangrientos tiempos. Nuestra lucha no es contra hombres, nos enfrentamos a “huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” y en las regiones terrenales. El sincretismo religioso está esclavizando a multitudes incontables de seres humanos que no saben, si quiera, que Dios escucha el clamor de los que le piden liberación. Tenemos que volver a proclamar el mensaje básico de la Escritura, a saber, “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Todo lo demás es superficialidad, que disfrazada de supuesta “fe popular” contamina, somete y esclaviza a cuantos siguen los “pasos” de otros que con el rostro cubierto, llevan a cuestas pesadas cargas.

Celebrando la Festividad de Pesaj, el Mesías nos enseñó a vivir libres, a recordar que somos libres y a conducir a otros a la libertad. Los símbolos de la Festividad son fiel reflejo de la esperanza de Salvación que tenemos en Yeshua HaMashiaj. Jesús no instituyó ningún rito, que sacado de contexto tendríamos que recordar, practicar o tragar con temerosa y aparente espiritualidad. La tragedia del cristianismo, ha sido descontextualizar el Judaísmo de Jesús y suplantar la verdad con ritos que en vez de liberar, esclavizan y atan. Cada vez que alguien pretende celebrar una Pascua “liberadora” Cristiana, sacando, cercenando y cortando la Festividad de Pesaj, está esclavizándose así mismo y a todos los que arrastra en tan descontextualizado y contaminado rito, con reminiscencias paganas.

Dios libera en Pesaj aun en nuestros días, pero como en Egipto, es preciso que nosotros solicitemos su intervención. Si quiere seguir esclavo, está en su derecho, pero no cuente conmigo, yo salgo a celebrar Fiesta a Dios, junto con el resto del Pueblo, con el cual hemos clamado ser liberados. Estamos en una especie de “desierto histórico”, donde el hombre se ha conformado a comer los ajos y cebollas del materialismo. Se ha conformado a vivir sin pensar en lo eterno y a creerse que todo lo puede resolver, sin la intervención de Dios ¿Se puede ser más esclavo?. Por esto y por mucho más, hoy también necesitamos clamar a Dios, libéranos.